Funeral a la Holandesa

La semana pasada yo ya había organizado una visita a casa, cuando, mientras Bas y yo nos tomábamos un café, nos llegó la noticia de que el abuelito de Bas se había muerto. Yo lo había visto una sola vez, cuando se mudó a su residencia, hace unos cinco años. En aquella ocasión me pareció un hombre de lo más simpático. Se reía de todo y hacía bromas sin parar, aunque Bas me dijo que las bromas no se entendían mucho. La verdad que estaba como una rosa, si no fuera porque se le iba un poco la cabeza. Hasta que lo pusieron en la residencia, el padre de Bas solía ir a comprar en bici. Pero desde hace ya dos años el hombre casi no se podía mover de la cama y la verdad que la muerte no ha sido una sorpresa. Es uno de estos casos en los que la resignación se confunde con el alivio, pienso yo.
Cuando fuimos a la iglesia, la gente estaba un poco triste. El hermano de Bas y su novia lloraban desconsolados. Yo creo que no sólo era la pérdida del abuelo (a quien casi no veían ya), sino también la idea de la muerte en sí, y es que ambos no sólo son muy jóvenes, sino que también parece como si las cosas desagradables de la vida les fueran completamente extrañas, en su tranquila vida a la holandesa. Me imagino que muchos de los presentes sentían pena. Yo la verdad que sentí más pena cuando le conocí la primera vez, porque me daba cosa el pensar que este hombre de tantos años, que había vivido dos guerras y la transformación total de Europa, no pudiera relatarlo con un poco más de coherencia. Por otro lado, a mí la muerte me parece el elemento más fundamental de la vida, lo que la hace realmente importante. La muerte contiene, por un lado, un elemento de transcendencia y por otro un elemento de limitar nuestros recursos (el tiempo) para hacer de ellos algo verdaderamente importante. Claro que me apena cuando alguien se va antes de tiempo, pero a sus 99 años, y estando como una rosa hasta dos años antes, el funeral del abuelo de Bas fue más una celebración de la vida que una lamentación de la muerte.
Para mí hubo algunas sorpresas, la más increíble que la misa la celebrara una mujer, aunque el evangelio lo leyó un hombre. ¡Estoy hablando de misa católica! Antes de la misa toda la familia se reúne alrededor del féretro, con la tapa levantada. El abuelo de Bas, que se llamaba Tono (Antonio) realmente parecía como si estuviera durmiendo el más plácido de los sueños. Luego lo taparon, y lo llevaron al altar. Al empezar la misa, los dos nietos mas jovencitos (tenía 25 nietos y 16 bisnietos más o menos, sin contar parejas!) tenían que encender las velas alrededor del ataúd, en uno de los momentos más bonitos de la ceremonia (aunque casi se trastoca un poco porque uno de los “monaguillos”, que también eran centenarios, tenía que alcanzarles la llama a los niños, pero el pobre hombre no alcanzaba y casi se cae de bruces). El coro cantaba canciones bonitas, algunas en holandés y otras en latín. Luego, algunos familiares leyeron lecturas para el abuelo, poemas y también un relato en el que no dejaban de hacer bromas sobre Tono. Por ejemplo, dicen que siempre llevaba calzoncillos largos porque una vez se los puso cortos y se resfrió. La sorpresa de Bas fue cuando fuimos al cementerio, y mientras el cura leía sus oraciones dos cazas del ejército pasaron volando por encima de nuestras cabezas. A Bas, que le encantan los aviones, esto le pareció como una especie de celebración casual de su abuelo y de repente ya no pudo contener las lágrimas.
Después del cementerio fuimos a un restaurante donde sirvieron bocadillos y café (ni agua ni nada, café, así son las celebraciones holandesas siempre, y si son por la tarde, café cerveza y más café). Nos sentamos con el resto de los primos, que eran un montón. Lo más divertido es que Bas y sus hermanos tienen algunos rasgos en común con su abuelo (la nariz grande, los pómulos afilados) y allí, alrededor de la mesa, se podía ver mucha otra gente con caras parecidas. Como un clan. Y yo apenas conocía a nadie. Me dio un poco de pena porque alrededor de la mesa había gente realmente interesante, pero ya sabéis, las familias holandesas no son como las españolas… Y luego nos hicieron una foto a todos y éramos tantos que la tuvieron que tomar desde el tejado.
Bueno, a lo mejor este no es el mejor mensaje para poner en el blog el día de mi cumple, pero por otro lado, me lo pasé genial ese día y me pareció una celebración de una de las cosas que me gustan más en la vida: la familia.

1 comments:

Anónimo dijo...

Pues si que se parece Bas a su abuelo. Lo imagino tambien enseñandole a mimar algún gatico abandonado. Seguro que superara el listón bien dificil de los 99 y que sean tan felices.
Con tanta familia uno tiene que irse bien satisfecho y los que quedan a recordar los tiempos vividos. Ánimo para todos¡ Lur