El Silbo del Dale

Muchas veces, mientras le doy el pecho a mi niña me entran ganas de leer poesía. Estas navidades los Reyes me trajeron unos cuantos libros de poesía de la Generación del 27, que me parece es mi favorita. A veces se los leo a mi bebita, y me mira toda atenta porque las rimas le gustan (dicen que los bebés aprenden lenguage por medio de rimas y canciones).
Hoy leía el Silbo del Dale, de Miguel Hernández. Bueno, leerlo no, que me lo he aprendido de memoria, de bonito que es. Se me ha agarrado a mi pecho (el poema) y ahora no me suelta.
Cuando leo el Silbo, y eso que en Bailo- mi pueblecito pirenaico- no habían molinos, cuando leo el Silbo me acuerdo de Bailo. Me acuerdo no del pueblo, de los caminos, el manzano y el huerto, ni siquiera del aire que cuando silba azota y cuando no silba pesa. En realidad, de lo que me acuerdo cuando leo el Silbo del Dale es del paso del tiempo. De los cambios que no cambian y del espacio inmóvil.
Eso- y el cielo azul- es lo que más se echa de menos desde la ciudad inmensa y camaleónica que es Londres!

Mobilización y comunicación

El Martes fui invitada a dar una conferencia en la Universidad de Manchester sobre Cambio Climático, Infrastructura y Desarrollo. Me la había preparado de perlas. De hecho, la semana anterior, en la que me habían invitado a dar una conferencia similar en Slovenia por Internet, ya me la había acabado de preparar, que dado lo líada que estoy ultimamente es una gran excepción!
La cosa fue que la presentación por Internet fue un poco desastre. Bueno, al final fue bien, no os preocupéis. Lo que pasó fue que yo me había preparado una presentación fantástica en un software nuevo que se llama "prezi" y que hace presentaciones distintas, como más divertidas. Después de pegarme jugando con el software toda la semana estaba convencida de que mi presentación era genial! Pero cuando me conecté con Slovenia resulta que no podíamos usar Skype sino un software de conferencias muy raro que se llama "Elluminate". Yo no lo había oído en mi vida. Lo que menos me imaginaba es que lo único que se podía subir al software ése eran presentaciones de power point, y yo del power point ultimamente ni me acuerdo... que le vamos a hacer.
O sea, cinco minutos para la conferencia en directo, a través de internet, en Slovenia y me dicen que mi presentación no vale y que tengo que pasarla al power point. Era imposible claro.
La cosa es que en momentos como éste soy una persona de recursos: en mi presentación había unos gráficos que ya había presentado hace unos meses en una visita a una fundación- así que cogí la dichosa presentación y la subí al sistema. "Por lo menos, les puedo mostrar unos numeritos y estadísticas que eso es lo que le gusta a todo el mundo" pensé yo en mi inocencia, pero pensando que leer, leer, les iba a leer la misma presentación que me había preparado.
Pero cuando empecé a hablar los estudiantes empezaron a decirme que les mostrara la presentación (o en mi interpretación: que no querían escuchar nada que no llevara diapositivas). En una décima de segundo decidí que igual podía poner a un lado mi dichosa presentación y explicarle las estadísticas- y al final con todo fue más o menos bien.
Yo me dije: "Da igual, total la presentación final la tengo que hacer en Manchester..."
Así que llega el Martes y yo estoy llena de nervios y entusiasmo. Tengo muchas ganas de explicar la presentación, porque en ella explico como creo que los temas de justicia ambiental se tienen que relacionar con la mitigación del cambio climático, al menos al nivel local y municipal. Voy a Euston, la estación que comunica Londres y Manchester y para mi horror, resulta que todos los trenes de la estación se han cancelado por un fallo eléctrico! Llamo a Melanie, que es quien me ha invitado y le digo "es irónico porque iba a hablarles a tus estudiantes de esos lugares del mundo en los que la infrastructura esta en continuo estado de shock- y voy y me encuentro con que lo mismo pasa en Londres!". A eso de la una de la tarde (la clase era a las cuatro) Vanesa corre como una desesperada, con su mejor traje de los domingos, de Euston a St Pancras, una estación cercana, a intentar coger un tren que le deje cerca de Manchester- lo bastante para pillar un taxi. Al final conseguí un tren pero llegaba a Manchester a las cinco!!!! Casi me muero. Cinco minutos de pánico. Un vaso de agua. Respira hondo. Respira hondo.
Cinco minutos después, sentada en el tren, aceptado como un hecho que no llegaría antes de las cinco, preparé un ejercicio para Melanie con todo escrito para que los estudiantes debatieran algunos de los temas de les que les iba a hablar antes de que yo llegara. Y luego, en estado de pánico, recorto mi presentación para que me quepa en la mitad de tiempo.
Al final la presentación fue muy bien. Hasta les puse el ejemplo de mi tardanza para empezar las clases con unas risas!
Lo bueno es que mi día no acabó allí. Después de todo el viaje, llegué a Londres a las 11 de la noche, me subí al autobús (me deja en la puerta de casa) y me dispuse a acabar el día con un suspiro de alivio...
Si no fuera porque por primera vez en mi vida el autobús urbano en el que yo iba tuvo un accidente!!!!
Nada grave, aunque un pasajero tuvo una contusión, pero vaya día chico. Casi hubiera sido mejor no salir de casa!

Echo de menos… (música de Kiko Veneno)

Mi amigo Stefan me ha dicho que soy el auténtico ciudadano postmoderno. Desde el día 16 de diciembre tengo casa nueva en Londres pero aún no he puesto un pie allí. El 23 los de la mudanza se llevaron mis cosas y yo me quedé en un hotel en Newcastle. El 24 a Sabi via Barcelona. Una semana larga y me encuentro de repente en Bangalore. Hoy, día 7, aún no he visto mi casa y he dejado de tratar de imaginármela.
De hecho, Bas ha padecido tremenda ansiedad de pensar que quizá no me fuera a gustar la casa, porque en él recae toda la responsabilidad por elegirla. Muchas noches antes de irnos a dormir yo le decía: ¿Es más grande que esta habitación? La primera vez, le pregunté si era más grande que la habitación en su casa de Stockwell, que es enorme. “Como ésta o más”. Pero conforme le he ido preguntando en otros sitios siempre me dice “Como ésta o más” y a base de mucho repetir he llegado a la conclusión que la visión espacial de Bas está un poco trastocada y que en verdad no tiene ni idea del tamaño de la casa… Pero la verdad es que seguramente no me importa mucho como sea, lo que me importa más es estar en casa tranquilita, haciendo mis cosas y mis rutinas.
La verdad que la última vez que estuve en Bangalore me encantó. Pero esta vez… bueno, esta vez me he pegado toda la semana metida en unas habitaciones en las que no está muy claro cual es mi papel, un poco aburrida a ratos, o un poco ignorada otros. Bueno. No cuento con el cambio de trabajo también, que siempre es algo duro, tratar de entender cuál es tu papel y todo eso.
Voy a dejar de escribir, que me pongo melancólica. Echo de menos… Sabi, las Navidades, Londres TODO!

¡Nos vamos!

¿Por qué me gusta tanto Newcastle? El año pasado cuando mis padres me vinieron a ver, maravillados por la inmensa catedral normanda de Durham me insistieron para que no me mudara a Newcastle, la ciudad fea a solo unos pocos kilómetros. ¿Tendría sentido decir que Durham es como Jaca y Newcastle como Sabiñánigo? Algo así. Durham es la ciudad medieval, con su catedral como epicentro de toda actividad y una gran leyenda en el corazón de su historia. Newcastle es la ciudad industrial que ahora declina.
Y sin embargo Newcastle es un lugar mucho más acogedor. Quizá porque cuando uno se va a dar un paseo por aquí inmediatamente se siente que aquí hay sitio para todos. Para pobres y para ricos, todos se encuentran en las calles comerciales.
Durante el fin de semana la ciudad se vuelve un caos… la gente se deja la ropa en casa, y medio desnuda sale a emborracharse como si el mundo se acabase mañana. No sólo los más jóvenes. Aquí en Newcastle salen juntos gente de varias generaciones. El domingo la ciudad tiene una resaca inmensa, las calles oscurecidas por las bebidas, un olor pegajoso saliendo del asfalto… a mí no sé si es porque me recuerda a Bailo después de fiestas es un momento de la semana que me encanta.
Muchos domingos Bas y yo nos unimos a la costumbre local y nos vamos a comer una buena “freída” (fry-up) que es el desayuno de salchichas-panceta-champis-huevos revueltos-tomate-tostada-te o nos vamos a tomar un fish-and-chips, pescado frito con patatas fritas, que también se toma con té (la primera vez que Ja y Che me vinieron a ver yo ni sabía lo que era y ahora soy una experta).
Lo de la marcha en esta ciudad a veces le saca a uno de quicio, particularmente en mí caso que vivo justo encima de todo el meollo, pero por otro lado da gusto ver una ciudad que nunca se cansa, que siempre está de marcha, con una energía increíble.
Bueno, esto es sólo un pequeño homenaje, que escribo desde el piso donde he pasado un año de mi vida. Es extraño, porque aunque me parece que hay algo muy importante que me dejo también tengo prisa por irme. Pero simplemente para que os hagáis una idea de lo felices que hemos sido aquí con Bas, aquí pongo una foto que lo demuestra.

Huelga

Me imagino que ya habréis leído en el periódico como los estudiantes han tomado las calles aquí en UK, la cosa ha bajado el ritmo un poquillo en los últimos días ya que han empezado las vacaciones y todos se han ido a su casa. Pero de momento, al menos toda esta gente ha hecho algo de ruido.
Porque hasta ahora, parecía que nos íbamos a comer todos los recortes del gobierno sin decir ni pío. Van a sablazo por día. Por ejemplo, la semana pasada en un par de días el gobierno anunció primero que como hay que reformar el sector energético nos va subir la factura de la luz, todos a pagar. Y luego salió a la luz la reconfiguración de hospitales y los complicados entresijos que nos llevan, irreversiblemente, a la privatización de la sanidad. Parece que si nos echan todo encima de golpe, casi que no da tiempo ni a protestar. En cuanto se organiza una protesta por un recorte ya vamos al siguiente. Y lo único que queda es decir que bueno, al menos, esto no es ni Grecia ni Irlanda.
Por eso es tan reconfortante leer los titulares de las protestas de estudiantes. Aunque los titulares se refieran, más que nada, a la violencia en algunas de ellas, pero también por lo pintoresco de las situaciones que se han dado a raíz de estas manifestaciones. Entre todas las anécdotas la más divertida es la de los príncipes Carlos y Camila que de camino a un variety show se encontraron una avalancha de gente tirándoles pintura; otra anécdota en Londres es que el hijo de un músico, creo que de Pink Floyd, ha sido detenido por balancearse en la bandera del País que celebra la memoria de los soldados muertos en la primera guerra mundial.




Yo lo he visto todo desde la barrera, entre otras cosas porque bastante agobiada estoy ya con la mundanza. Mi humilde contribución ha sido enviarles cartas personalizadas a varios de los Lords para que reconsideraran los recortes a la universidad pública bajo la tutela de una campaña “para salvar la universidad pública”. Esto ha sido un trabajo la mar de curioso porque requiere prestar mucha atención a los títulos de los “Lords” y añadir todos los “honorables”, “excelentísimos” y “grandísimos” que sean necesarios. Hay que tomarse esto con humor, porque lo que es a mí, creo que si se pudiera aplicar a alguien aquello de “ ¿dónde te dieron el título? ¿En una tómbola?” habría que aplicárselo a los “Lords”. En fin, también hay que tomárselo con humor por el hecho que el escribir las cartitas esas parece que no sirvió para nada.
Una vez reconocida mi participación limitada en estos eventos, paso a explicar porque me parece importante que los estudiantes de este país estén en la calle.
Lo primero, creo que tienen más razón que un santo cuando protestan contra los recortes porque son un atentado contra el carácter público de la universidad. Una de las medidas es la introducción de matriculas de £9000 al año (tres veces más que el máximo actual) lo que significa que los estudiantes dejarán la universidad con unas deudas tremendas. Por muchas facilidades que el gobierno ponga para devolver el préstamo, la realidad es que la subida de las matrículas favorece a estudiantes de mayor poder adquisitivo. Además, introduce el elemento utilitario en la universidad, porque el estudiante que sabe que va a dejar la universidad con semejante deuda se va a preocupar mucho más de lo que estudia. ¿Qué significa esto? Una reconfiguración total de la universidad hacia la comercialización de los cursos, la transformación del estudiante en un cliente y la introducción del objetivo único de producir individuos “útiles” al capital. Y digo al capital, porque no es a la economía en general, que se beneficia de tener gente culturizada e inteligente sino al capital, que se beneficia de tener individuos que han sido disciplinados en ciertos procedimientos para la reproducción del capital. Con o sin lectura Marxista, la reforma significa ahondar en las diferencias entre los estudiantes más ricos y los más pobres.
Pero más allá de este análisis, que en todo o en parte ha sido más o menos reflejado en los medios, hay otra razón por la que estas manifestaciones son tan importantes, que van más allá del tema de la educación y la universidad: estas manifestaciones protestan contra lo que se puede describir como un ROBO INTERGENERACIONAL. Hemos pasado de darnos cuenta de las tremendas injusticias intergeneracionales asociadas al cambio climático y otros problemas ambientales a darnos cuenta que la sostenibilidad (la visión de una sociedad a largo plazo) permea todas las dimensiones económicas y sociales de nuestro tiempo. Hete aquí que aquí vemos una generación de niños privilegiados en el gobierno, que se han educado casi gratis, denegando los privilegios que ellos vinieron a sus propios hijos. Esta es la gran tragedia de esta crisis y de las medidas que se introdujeron para contenerla: que los que vamos a pagar la cuenta somos los que venimos detrás. Esto sólo es el principio.
Por eso conforta ver a la gente joven en la calle gritando. Claro que hay violencia. Esta violencia nace de la rabia que le invade a uno cuando después de gritar hasta quedar afónico nadie parece haberle oído.

A veces el enfadarse...

sirve para que te publiquen en un periodico!

Nuestro Español bosteza

Uno de mis poemas favoritos, quizá el único que me sé de memoria (aparte de la canción del Pirata) dice así:
"Nuestro Español bosteza
Es hambre, sueño, hastío?
Doctor, tendrá el estómago vacío?
El vacío está más bien en la cabeza."
La verdad que siempre me ha sorprendido que Machado se sintiera tan hastiado de la condición del español/a (supongo que jamás podré entender lo que fue aquello del 98) hasta hoy. Sin embargo, hoy no he podido qué menos que pensar en este poema de Machado. Casi se me vienen lágrimas a los ojos de pensar en las innumerables ocasiones en las que delante de Holandeses, Alemanes o Ingleses he tenido que defender a los españoles y explicar que lo del machismo, aunque imperante en ciertas estructuras sociales, es una cliché, y que la sociedad española, con sus excepciones y la terrible lacra de la violencia doméstica, se va modernizando dejando atrás las cargas de una visión masculinizada y totalizadora de su historia.
Pero cuando después de contener mi indignación ante la intervención de un individuo llamado Sostres en TeleMadrid, mi comedimiento se ve respondido por semejante respuestas en las que el comportamiento de este tipo no solo es tolerado, sino que también es justificado en el nombre del progreso (y de la libertad de expresión como la única medida de progreso) no puedo menos que exclamar para mis adentros:” Tenían razón, vivimos en una sociedad que corona como gran escritor a un tipo que se enorgullece de su pederastia (Sanchez-Drago) y de políticos que insultan a sus propios colegas de oficio (si no de partido) por ser mujeres.” Esto, esto es una vergüenza. Una cosa es que haya problemas estructurales en sociedades progresistas pero imperfectas. Pero otra cosa es que se toleren insultos machistas y opiniones inaceptables. Pero todo lo que se nos ocurre es mirar para otro lado y... bostezar!
Deberíamos estar todos de pie no castrándoles, sino mandando a estos tipos a su casa para que no pudieran hablar ni con su madre. Un encierro para toda la vida: algo que resonara con todos aquellos que haya visto la maravilla de película “El secreto de sus ojos”. Una cosa es que cualquiera pueda decir lo que le dé la gana y otra cosa es que estemos obligados a escucharles.
Pero con mi mente y mi entusiasmo detenidos por mi frustración, solo puedo invocar a Labordeta:
¡A la mierda!

Mas Sostres! Ag

Voy a poner aqui una carta de protesta contra ese hombre de cuyo nombre no quiero acordarme. Yo se la he enviado a TeleMadrid. Si os animais a copiarla, o incluso a escribir la vuestra, adelante. TeleMadrid tiene un formulario para comentarios en su pagina web (http://crm.telemadrid.es/crm/Contacta.aspx). A lo mejor no sirve para nada, pero al menos nos da la oportunidad para reflexionar sobre la libertad de expresion como un derecho que hay que cuidar muy bien para conservarlo. Aunque algunos no aprendan.

Estimado Señor o Señora,
En referencia a los comentarios del señor Salvador Sostres en el programa Alto y Claro de Telemadrid, me gustaría añadir mi voz a tantas otras que piden a la cadena que adopte responsabilidades por la intervención inaceptable del individuo mencionado. Aunque no me corresponde entrar en la legalidad de dicha acción, no puedo menos que pedir el despido inmediato del Señor Sostres por semejante actuación.
Comentarios de este tipo no deberían tolerarse dentro de un ámbito de interés público (y menos en presencia de niños que se vieron insultados directamente por el individuo mencionado). Además, estos comentarios no son una excepción. Sostres ha hecho gala de comentarios hirientes en otros medios. Recientemente, por ejemplo, atendimos al insulto descarado del recién fallecido José Antonio Labordeta. Estos son comentarios de índole racista y sexista que no deben tolerarse en una democracia. Aunque soy una férrea defensora de la libertad de expresión, el insulto a nivel personal o colectivo, no debe tolerarse. La libertad de expresión no es una justificación válida cuando dichos insultos afectan el bienestar social y del individuo.
Podrían adoptar el ejemplo del Reino Unido donde el insulto de un ciudadano por dos locutores radiofónicos de la BBC (Jonathan Ross y Russel Brand) fue duramente y públicamente castigado por la cadena. De este modo, la libertad de expresión fue defendida contra aquellos que la malinterpretan como una licencia para pronunciar todo tipo de insultos y opiniones inaceptables en una sociedad democrática.
Espero que el despido Sostres sea pronto una realidad.
Atentamente,

Phoenix, Arizona

Hace quince días estuve casi menos de una semana en Phoenix, Arizona. Como iba a estar tan poco tiempo intenté llevar un horario similar al que llevo en Newcastle, así que salí poco y más que nada me dediqué a seguir la conferencia, que era para lo que había ido, al fin y al cabo.
No sé por qué me salió un empeño que tenía que dedicarme a andar por la ciudad, para entenderla. Y claro, como me despierto a las 6 con el jet lag, cada mañanica me andaba unas millas antes de las 9, antes de encerrarme en una sala de aire acondicionado como hace todos los Phoenixeros. El caso que después de las 9-10 empieza a hacer un calor tremendo y no se puede andar por ninguna parte. Pero que quieres, esto es el desierto…
Una de esas mañanas me hice un paseo de unos cinco kilómetros en el que no vi más que un bungalow detrás de otro. Una cosa curiosa es que al andar por este infierno suburbano, uno se da cuenta de las tremendas diferencias económicas que hay en una ciudad como esta, desde residencias lujosísimas hasta casas que parecen a punto de derrumbarse. Otra cosa curiosa es que muchos americanos van a jubilarse a Arizona. La zona que recorrí andando bien podría a ver sido un gigantesco parque geriátrico. Digo esto pero no estoy segura, porque no vi a nadie en todo el camino. Bueno, por supuesto que ves gente pasando en hammers y 4*4, o grandes furgonetas, que se te quedan mirando como si estuvieras haciendo algo de locos (¿pero es que las piernas están hechas para andar?). Miento, miento. En realidad vi a dos personas: un hombre que parecía un indigente y otro hombre que, encima del tejado se esforzaba instalando los neones luminosos para Navidad. Viéndole colgar luces en forma de copito de nieve a uno le entraba una sensación surrealista, como si hubiera penetrado en una película de Cocteau… andando por aquellas calles misteriosas que de tanta luz parecían estar a oscuras.
Aunque los niveles surrealistas no se pueden igualar a la experiencia de la Arizona State Fair, la feria del Estado de Arizona. ¡Esto es como la Expoforga pero en grande! La atracción principal, entre un surtido de cosas fritas (calabacines fritos, patatas fritas, maíz frito, patas de pollo fritas, burritos fritos, barras de chocolate fritas) era la mantequilla frita. Había dos sabores: canela o ajo. Por allí anduve con una amiga, Sarah, que solía trabajar conmigo en Durham pero que ahora se ha ido ¡a tierras más hirvientes! Fuimos a ver las carreras de cerdos, nos bebimos un litro de limonada, estuvimos contemplando la posibilidad de hacernos una limpieza de dientes, buscamos sin encontrarlos a los de las danzas indígenas y al final nos vimos en el gran estadio viendo una carrera en 8 de autos locos (Después de levantarnos y simular que cantábamos el himno americano). Creo que este fue el momento en el que finalmente entendí de que va todo este rollo de la Tea Party: la necesidad de arriesgarse en un circuito de lodo en un coche escacharrado a pegarse la gran hostia, eso, no debería haber gobierno que lo regulara.
En fin, por lo demás, comida tex-mex, grandes avenidas llenas de coches, más emigrantes de los que los arizonenses se imaginan es su retrograda legislación (y cierto miedo a hablar español entre los emigrantes) y un cielo más azul que el azul del cielo… estas son mis impresiones de esta ciudad huraña que no se sabe si le ha ganado la batalla al desierto o ha cometido una de las mayores imprudencias de la historia.