Deseos y deseo

Me dijo mi amiga Renu ayer que no sabía como se dice en Hindú las palabras ‘necesidad’ y ‘deseo’. Según ella, los verbos necesitar y desear (o querer) si que existen, pero no los nombres. Y como yo le digo: será que en India la gente ‘desea’ cosas pero no tiene deseos? Bueno, estas dudas se han desvelado esta mañana cuando Renu finalmente se ha acordado de las palabras en cuestión.
Todo esto venía de la conversación que Renu y yo tuvimos ayer, después de habernos ido a ver estrellas fugaces (las lágrimas de San Lorenzo nos dejaron unos pocos regalos, pero generosos). Yo le dije que en España es costumbre pedir un deseo al ver una estrella fugaz. Ipso facto procedimos a hacer un comentario cultural sobre las variedades nacionales de deseo, y hasta esta mañana reflexionando!
Yo claro, no he estado pensando tanto en la traducción de estas palabras en Español e Inglés. En Inglés hay dos palabras que pueden traducirse como ‘deseo’: ‘wish’ y ‘desire’. Y aunque en el diccionario están definidas de modo muy parecido en realidad son un poco diferentes. Wish se refiere más a algo que se quiere (por ejemplo cuando se tiene un deseo para los Reyes Magos, el ratoncito Pérez o la estrella fugaz) y desire es similar pero se utiliza en ocasiones en las cuales eso que se quiere es casi como si nos poseyera, como el deseo sexual o el deseo de venganza o esos otros deseos sobre los que parecemos no tener control. Yo diría que aunque no se tiene control sobre lo que uno quiere hay como un límite entre el deseo racional (el wish) y el irracional (el desire), que en español parece que nos da igual. Y los deseos irracionales, los ‘desires’, son esos que al no controlar nos asustan, nos torturan, nos persiguen, no se adaptan a nuestra vida y nosotros no nos adaptamos a los deseos… Para complicar la cosa también tenemos necesidades (‘needs’), también cosas que queremos pero sin las cuales nuestra calidad de vida empeora. Creo que no hay una demostración más fantástica de esto que los libros de Michel Houellebecq, no sólo por la maravilla que es leerle (incluso sus finales absurdos), sino también por la reflexión desesperada de cómo el deseo, y a veces también la falta de deseo, machaca nuestras vidas… En Atomised (Atomizado en español?), sus dos protagonistas (que representan cada uno ‘el deseo sin límites’ y ‘la falta de deseo’) acaban odiando a su madre por su completa entrega a la revolución sexual de los años sesenta, que la llevaron a abandonar o ignorar o quizá incluso olvidar a sus hijos.
Esto os parecerá una banalidad, pero lo cierto es que nuestras sociedades enteras están determinadas por estas nociones de deseo y necesidad. Por ejemplo, nuestros sistemas económicos, nuestra motivación para trabajar, para formar vínculos sociales y románticos… por ejemplo, ahora que tanto se augura que vienen tiempos negros por el agotamiento de los recursos naturales, el tan manido concepto de sostenibilidad oscila alrededor de la definición de que es eso que, como seres humanos, necesitamos.
El otro día tuve una charla con unas amigas en un club de lectura que hacemos cada mes, y yo propuse leer a Giles Deleuze, un filósofo francés que escribió mucho sobre estas cuestiones. En particular yo trataba de explicar que, según he leído en el trabajo de este filósofo, el deseo se ha considerado tradicionalmente como una cuestión de ‘falta de algo’. O sea, que cuando sentimos que nos falta algo, ese vacío crea un deseo. Deleuze propone que esto no es muy acertado y que en su lugar deberíamos pensar en el deseo como una forma de producción, y a nosotros, a nuestros órganos, como maquinas que producen deseos. Estos deseos son muy positivos porque facilitan la comunicación entre estas ‘máquinas’, en otras palabras, constituyen el centro de nuestra vida (o al menos, así lo interpreto yo). O sea, que en vez de torturarnos por tener deseos prohibidos, deberíamos pensar más bien en abrazar esos deseos, y usarlos para hacer la vida más hermosa, más plena… Claro, que en esto nos encontramos con el mundo de convenciones sociales (el mismo ante el que se golpea la cabeza Michel Houellebecq?) y la infelicidad rodeándolo todo… Pero después de Deleuze a uno se le queda un sentimiento optimista, como de que todo es posible, incluso desear lo que uno desea desear. Como en las películas de Almódovar, en las que el deseo es algo afirmativo, poderoso, transformador (la productora de Almódovar se llama ‘El Deseo’).
Y los más cotillas (como yo haría) os preguntaréis: pero después de este rollo, ¿cuál debe ser ese deseo inconfesable de Vane que la tortura tanto? Bueno, a lo mejor no tengo ninguno, o si lo tengo, me lo guardo para mí, que las fantasías mejoran al calor del secreto.

1 comments:

marta dijo...

qué buen ensayo sobre el deseo... estoy de acuerdo contigo, los deseos nos mantienen vivos y por ello nos hacen felices. mi abuelo siempre dice que lo peor que le puede pasar a alguien es "que se le cumplan todos sus deseos"