Olor a mierda de vaca

Siempre que estoy en un paisaje preciosisimamente diseñado, de colores fantasticamente verdes, todo relleno de olor a mierda de vaca no me queda duda de que estoy en Holanda.
Mire donde mire, mis ojos agradecen lo que veo. Lo agradecen tanto que es un poco extraño. Las casitas ordenadas, los campos bien segados, los arboles bien disciplinados en lineas... me gusta y a la vez, me espanta.
Por otro lado, en Holanda, no hay ninguna necesidad de ocultar todas esas cosillas que nos incomodan. El pedillo ligero, el pelo canoso, el olor a mierda de vaca, son parte de ese paisaje ordenado en que cada cual hace lo que le es propio a su edad.
En estas no se si lo echo de menos o no, si me encanta o me da miedo, si es la llave a la felicidad eterna o si es una carcel sin barreras.
Es como el otro dia en el aeropuerto. Un polaco con su mujer y su hija se empeñaban en saltarse la cola y las azafatas no sabian que hacer con ellos. Bas en seguida protesto de la falta de respeto de gente asi, que no sabian guardar cola ordenadamente, como esta estipulado por las miles de normas que regulan nuestra sociedad. Y a mi, como que me apretaba algo por dentro. Como esa cosa que me dijo mi madre hace unas semanas: "no hay porque guardar la cola siempre". Y es cierto, las colas no son una cosa inevitable, mas alla del orden inexplicable queda la vida. Y asi le dije a Bas, que total, que mas daba que les dejaran pasar.
Entre tanto nosotros, como buenos holandeses, guardamos la cola...