Listos

He tenido el honor de acomodar a mi prima Ruth por aquí diez diillas, mientras se aprendía un poco de inglés, y la cosa nos ha dado para mucho, desde dormirme en el Imax (jo, es que por muy tridimensionales que sean, los peces no dejan de ser eso, peces) a dormirme en el planetario (jo, es que con eso de ‘vamos a hacer un viaje a un agujero negro, pero al agujero no llegamos nunca, yo me dormí como si fuera en autobús). Entre otras cosas, nos dio para salir durante el fin de semana. El viernes se vinieron dos amigas del curro y nos fuimos las cuatro y Bas a ‘la disco’ de Woking. Allí, había de todo, un mercado de carne de toda variedad: desde enormes terneros hasta tiernas cordericas. Como dice Ruth: “Jo es que la cosa va rápida, van dos, se sientan, se ponen a hablar y antes de que te des cuenta ya se están morreando.”
El sábado, nos fuimos más tranquilos a comer a una pizzería/jazz club que hay en Londres, y donde las pizzas están realmente buenas. Teníamos enfrente una mesa larga, con unos diez sitios. Estábamos hablando cuando de repente vienen ocho maromos, bien peinados, bien revestidos y de todo. Yo de eso ya no tengo opinión (y menos con Bas al lado) pero Ruth me dijo entusiasmada que había varios guapísimos. Cual sería nuestra sorpresa cuando vienen detrás de ellos dos abuelas y se sientan con ellos. No sólo era curioso que hubiera ahí ocho chicos guapos de fiesta con dos abuelas, sino que además las abuelas no paraban de ligotear con ellos, incluso una de ellas se andaba dando besos en los labios con los que se dejaban. Yo la verdad que pienso que hay que ir más allá del cliché. ¿Por qué no pueden dos abuelas pasárselo bien con ocho chicos guapos? ¡Claro que pueden! A Ruth le tenían más intrigada y no dejaba de elucubrar las razones por las que semejante grupo habría venido a cenar a aquel sitio, y de aquella manera.
La cosa habría quedado así, una mera anécdota, si no hubiera sido porque al levantarnos para ir a pagar a la caja, vimos a la camarera salir corriendo. En la puerta del restaurante estaban las dos abuelas y uno de los chicos (que parecía más timidillo), y parecían estar negociando quien iba a pagar la comida. Volvimos la vista a la mesa larga: estaba vacía. ¡Los otros siete chicos se habían pirado sin pagar! Nosotros no somos de cotillear, así que seguimos nuestro camino fuera del restaurante. Una manzana más adelante nos reconocimos a uno de los que se había marchado corriendo, hablando por el móvil. El chico decía: “Si, mira a ver si me he dejado una chaqueta, me la he dejado allí en la silla…” Y luego le oí decir: “Bueno, luego te doy yo la mitad del dinero si hace falta…” Ruth me dijo: “ ¿Lo ves? ¿Ves cómo tenía yo razón? ¿Ves que había algo raro en el grupo ese?” Y yo pensé para mí en aquel pobre chico, que se sintió responsable por aquellas abuelas, y creyó que no se merecían salir corriendo detrás de los otros. ¿O quizá fue el único que la camarera pudo atrapar?

1 comments:

Anónimo dijo...

Vaya moda esa que tienen en Londres de levantarse corriendo de un resaturante y hacer un "simpa", con dos coj...s, aqui la gente se va sin pagar de pubs y donde se pasa un poco desapercibido pero te acuerdas que cuando cenamos en la pizzeria de Candem tambien paso eso y salieron los camareros a correr detrás? Como esta el patio! jejeje. Me alegro que Ruth lo haya pasado bien por ahi, se habrá puesto morada de mirar chicos guapos eh? ;-) Jejeje.
Besicos!
Jara
PD: ayer escuche tu mensaje en el contestador, creo que nosotros no estaremos en las fiestas de Bailo porque en principio nos vamos a Almeria el dia 15 tempranico, asi que a menos que vengas el 14 no pòdremos vernos...Muac!