York

Ya sé que después de esas clases magistrales sobre cultural internacional que nos dio Mecano en los ochenta, muchos de vosotros os sentiréis confusos sobre la procedencia de ese bienamado manjar que es el jamón de York. Yo misma, durante muchos años, he dudado. Hasta la semana pasada en que mis pasos me llevaron a esa fantástica ciudad que se conoce como York, y de donde he deducido viene el jamón de Idem.
Pero no es el jamón lo que caracteriza a la ciudad de York. No, de hecho su industria más famosa es… el chocolate! No hay duda de eso ya que en cualquier lugar de la ciudad el chocolate se huele por doquier. Leo en la Wiki que en realidad eso de la industria chocolatera es algo que pertenece, más bien, al pasado de la ciudad, pero ya sabéis que en esta vida nada es real y todo es una ilusión, así que los Old-yorquinos mantienen esta tradición tan singular de aromatizar su ciudad con el perfume del mas codiciado manjar del nuevo milenio (algo así como la pizzería esa de Jaca, alrededor de la cuál el olor es siempre impresionante, tan impresionante como la decepción que se lleva uno al probar sus insípidas pizzas).
Un corto paseo por la ciudad de Yorkes suficiente para declararla la ciudad más bonita de este país. Una de las cosas que la hacen hermosa es su singularidad. Por un lado están los edificios representativos, catedrales y demás parafernalia. Pero bueno, de esto no hablo mucho porque lo podéis ver en cualquier guía de viajes.
Por el otro lado esta la dimensión realmente impresionante de York: paseando por sus calles uno tiene la impresión de haber viajado hacia atrás en el tiempo… uno no puede estar nunca seguro de cuantos siglos se ha comido en este viaje ya que hay edificios de todas épocas y en cada esquina personajes que podrían salir de cada una de ellas: tenderos gritones, boticarios despistados, posaderas de grandes caderas... Yo, personalmente, me quedé en una época algo tudoriana, con las casas esas que se caen hacia delante, divididas en dos pisos en los que una enana como yo apenas se puede poner de pie.
Uno de los problemas de las ciudades inglesas es que el centro siempre se ve invadido por comercios multinacionales: Starbucks, MacDonalds, los ubicuos Zara, Mango y similares, the Bodyshop. Vamos, que uno apenas puede distinguir en que ciudad está paseando por el centro de las ciudades históricas de este país. Es por eso que York me gustó tantísimo. Las tiendecillas estas están marginadas en un rincón cercano a la estación: el centro se ve repleto de tiendas de curiosidades y joyas, cualquier cosa que se podría haber vendido hace cincuenta años- ¡hasta caramelos de la abuela! Y en cada esquina se abre la puerta de un bar, invitando al viajero en el tiempo a reflexionar.