Queda espacio para disfrutar del mundo

En la línea de mis habituales paranoias la semana pasada me fui a un seminario sobre la percepción del ambiente urbano y durante dos días estuve rodeada de gente simpatiquísima que no hablaban, aunque no os lo creáis, ni del cambio climático ni del asesinato del alcalde de Fago.
Una de las cosas más curiosas fue que el día previo al seminario hicimos un ‘paseo sonoro’ por la ciudad de Manchester. El paseo consiste en lo siguiente: cójase a una banda de pirados/artistas/intelectuales y demás personal con tiempo libre (osease, yo); pongáse en fila india, uno a un metro del otro; comiencen a andar sin prestar atención al ambiente visual sino al sonoro, y muy importante, sin hablar con el de delante o el de detrás. El resultado puede parecer ridículo visto desde fuera: ver gente andando en fila india como zombies uno detrás de otro parece una idiotez que solo puede atraer a pirados. Sin embargo, participando en ello el resultado es espectacular. De repente el paisaje urbano se convierte en algo completamente diferente; es como si se estuviera escuchando a una increíble orquesta: los graves los lleva el zumbido que la ciudad se guarda de fondo; la sección rítmica, el taconeado de los viandantes al pasear; el trecleteo del semáforo y de las unidades de calefacción; la melodía la llevan las tiendas, las voces de gente hablando por el móvil, los motoristas y los coches parados junto al semáforo; y finalmente los solos los arrojan diversos medios como el chico que vende el periódico (‘El noticiero vespertino’) o el pobre pidiendo en una esquina (‘¿Tiene un céntimo por el amor de Dios?-tuc-tuc-tuc-tuc ¿Tiene un céntimo por el amor de Dios?’) y así ad infinitum, una sinfonía increíble con giros y matices nunca esperados. Yo la verdad nunca me había apercibido de algo semejante, de como se podía encontrar una vida palpitante tras, como llaman, la tiranía de lo visual.
Aparte de esto, el seminario estuvo lleno de anécdotas increíbles. Para empezar estaba alojada en el famoso ‘Hotel Britania’ que le debe venir la fama de la segunda guerra mundial porque debe ser uno de los hoteles más mierderos en que he estado jamás. Bueno, pues lo divertido fue que llego allí con mi reserva, bla bla bla, todo muy bien, y me dan la llave para ir a mi habitación que estaba en el quito piso; o en el quinto pino también, porque una vez llego al quinto piso, empiezo a mirar donde estaba mi habitación y no había forma de encontrarla. Yo llevaba la 560. El primer pasillo tenía habitaciones de la 500 and la 514. El segundo de la 515 a la 532. Y el tercero de la 533 and 558. ¿Dónde cojones estaba pues mi habitación? A esto, por cierto, hay que añadirle la marejada de pintores, enyesadores y gente variada así como de cubos de pintura, basuras, restos de papel de decorar, y unas telas guarrísimas encima de la moqueta. Y yo sin encontrar la 560. Así que me meto por el pasillo de la 533 a la 558 y comienzo andar, china chana china chana, y al final del pasillo hay como una puertilla, así como esa de Alicia en el país de las Maravillas, y la abro lentamente y voilá, allí estaban una al lado de la otra, enfrente de la escalera de incendios, la 559 y la 560. Así que meto una de esas llaves de tarjeta en la puerta poco convencida de que fuera abrir aquella desvencijada cerradura, pero sorpresa, la abrió. Al abrir la puerta no me sorprendió encontrarme con la habitación más pequeña y cutre que he visto en mi vida, con los pies de la cama tocando el aparador de la televisión y el techo inclinado con el que me daba la impresión de darme un coscorrón en cualquier momento. Pero, ¿qué veo? Son esos un par de pantalones tejanos sobre la cama? Y es eso que oigo el grifo abierto en el cuarto de baño? Y una cuchilla, preparada para afeitar en la repisa? Y sobre el aparador, ¿es eso una cartera con su chequera? ¡Aquí hay alguien!- me dije sin percatarme de que en tan pequeña habitación si hubiera alguien ya nos hubieramos chocado de narices. En fin, no me llamaba la perspectiva de pasar la noche en la cama con un desconocido (o con una desconocida barbuda), así que muy a mi pesar tras mi heroico descubrimiento de la habitación 560 bajé a recepción con cara un poco enfadada. En recepción se deshacían en perdones, y tan mala cara debía yo llevar que me dieron una habitación doble (cuatro veces la 560), con una cama conformable y un techo bajo el que cabía yo de pie. La verdad es que me puse muy contenta, y me fui al paseo sonoro. No fue hasta tres horas más tarde, cuando tras la cena nos fuimos a beber una pinta, cuando hablando con un señor muy simpático la conté lo que me había pasado y entonces el me preguntó: ‘¿Era esa la habitación 560? Porque yo he llegado a la una (tres horas antes que yo) y me han dado esa habitación y ¡ya estaba ocupada!’ Así que nos descojonamos vivos y concluímos que el hotal Britannia era una birria.
Por cierto que aún me pasó otra cosa divertida. Estaba hablando con un sueco sobre mi proyecto, y le estaba contando mi trabajo sobre paisaje y significados culturales, cuando el hombre me dijo: ‘¿Oye y no has leído un libro sobre ‘Place and Placelessness’ de RELPH’; y mi respuesta fue abrir el bolso y decir: ¿no será, causalmente, éste? – que sí lo era; y lo estupendo del asunto es que es un libro rarísimo, que fue publicado hace 30 años y muy especializado- pero fue guay porque esto nos mostro que teníamos intereses comunes, aunque yo simplemente había cogido ese libro de la biblioteca una semana antes. Eso sí, es un libro estupendo.
Bueno, como véis el seminario estuvo lleno de momentos divertidos; las presentaciones fueron espectaculares e interesantísimas y después de comer fuimos a ver un museo que tiene una reporducción de una calle de la época victoriana, tal y como Manchester era hace un siglo. La verdad que Manchester me encantó aunque me costó una vomitera porque me mereé en el tren. Desde luego, estos británicos aún tienen que descubrir nuestro maravilloso AVE.
Ave Césares, Tabajaturi te salutam.

1 comments:

Sr. Editor dijo...

Jejejeje, muy buena la historia Vane, Lisa Simpson a tu lao es una mieeeeeeeeeeeeerda...jejeje, kisses.