Botas de tacón de aguja
Bueno, que cosas; ¿queriais que las cosas se complicaran todavía más? Bueno, pues el amiguito pesado me ha transplantado al papel confidente, y no sé: me confiesa sus cosas más terribles, cosas que de verdad no necesito saber; ojalá fuera gay, y así me quitaría todos los agobios de encima. En fín, que el sábado por fin conseguí descansar de él por unos segundos, y parece que ya he recuperado mi independencia.
Una vez recuperada mi independencia, voy a tener que deshacerme (lo siento, mamá) de mis botas nuevas, aunque me encanten, aunque sean supercómodas. Pero el tacón es un amigo peligroso: por lo visto debe andar hablando por mí. Ayer en una breve (y espero que todas mis visitas lo sean) visita a Londres, mi tacón hizo de las suyas, y entre otras insinuaciones, incluso hubo un tipo que tras cinco minutos de conversación me invitó a pasar la noche con él. Pero vamos, yo no sé que es lo que me pasa, mis hormonas han debido venir revolucionadas de Nigeria….
¡Pero si yo no he hecho nada! Lo juro, no muevo mis pestañas de arriba abajo con pasión, ni me sonrojo ni me abro el escote (que escote si ni me dio tiempo a quitarme el anorak). Iván dice que los habitantes de Londres están zumbaos, y que se creen que acostarse con alguien es eso, hala, te apetece y venga, a por el revolcón; me pregunto si entienden que detrás de eso tiene que haber algo, un poco más profundo. En fin, Pilarín, al final Vanesa tiene que decir (textualmente):
"Mira tío, no sé de que vas, pero NO ESTOY FLIRTEANDO CONTIGO. No tengo el más mínimo interés más allá de esta conversación. Yo soy así, más o menos simpática; es de nacimiento." Supongo que al pobre hombre no le había sonreído nadie en la vida. Pero no deja de ser un coñazo.
Pues si creiais que aquí iba a acabar todo, no, esperad unos segundos más de emoción: el sábado por la noche, mi primera noche en mi nueva casa, unos gritos me despertaron en medio de la noche. Mi casera se peleaba con su novio, un cenutrio tatuado del cuello a los pies.
Por lo visto el muy cabrón, después de haberse soplado toda la cerveza de los alrededores, llegó a casa y la emprendió con ella. Parece que ella se ha puesto radical y lo ha largado de la casa, que es suya. La tía es un encanto, espero que se libre de él.
El caso es que para celebrarlo, nos fuimos al bar de los locales, donde la fauna local se emborracha hasta quedar inconsciente, en un ambiente que ríete tu de Josete. Si alguien estaba preocupado por la inseguridad que mi persona pudiera sufrir en Nigeria, bueno, tenéis otra ocasión para deshaceros en interrogantes.
Aunque tranquilos, el borracho local me adora porque dice que soy española como Severiano Ballesteros, según él, el mejor golfista de la historia (bueno, el espectáculo de el borracho cayéndose de la silla, grabado en video con el teléfono móvil es también para no perderselo).
Mil besos chavales, parece que inglaterra va a ser al menos tan emocionante como Nigeria.
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