El Festival de Cine de Ouidah, Quinteessence
El objetivo principal de viajar a Ouidah era participar en el Festival Internacional de Cine de Ouidah, Quintessence, en su tercera edición. El festival de cine de Ouidah fue creado por el cineasta benines Jean Odutan, hace tres años para promocionar especialmente el cine africano, aunque en el festival tienen cabida películas de todo el mundo, preferiblemente en francés.
El festival es una maravilla en sí mismo: Hay dos salas principales, el anfiteatro y la sala quintessence donde se proyectan las principales películas del festival. Luego se realizan proyecciones en la plaza del Mercado Zobeto, el templo de la Pyton y el Fuerte francés, que los Ouidenses disfrutan siguiendo sus quehaceres diarios y entre vender un plato de pescado y unos cocos, se ven un cortometraje u otro. Las temáticas de las películas del festival son también muy variadas, desde películas clásicas, historias tradicionales, documentales o cine experimental.
Por ultimo hay dos actividades mas: los talleres de cine, cada mañana, y el debate a la tarde, en el que participan los directores y productores de cine invitados.
El primer día no sabíamos muy bien por donde empezar. Todo era gratis, así que el primer criterio de determinación del lugar a donde ir no nos servía para nada. Como Vicente va donde va la gente, seguimos un grupo de lugareños que parecían saber donde ir, y acabamos en el anfiteatro, donde, sin que nosotros lo supiéramos, se iba a celebrar la ceremonia de apertura.
Bas y yo nos apresuramos a tomar asiento en las filas delanteras del anfiteatro, aunque lo de la premura fue totalmente accesorio. A pesar de que en el programa especificaba que la ceremonia en cuestión comenzaba a las cinco de la tarde, tuvimos que esperar hasta las siete, sentados en aquellas incómodas sillas, y con el anfiteatro lleno de gente hasta los topes. La espera fue amenizada por varios grupos de espontáneos que tocaban los timbales, cantabas y movían unas marionetas de un lado a otro. Pero solo el ambiente era ya una maravilla, todos con sus trajes de fiesta y sus movimientos de un lado a otro.
Al cabo de un rato uno de los organizadores nos informó de la razón del retraso: alguien muy importante venia a la inauguración y había que esperar a que llegara... ¿quién seria ese alguien? Nada menos que el ministro de cultura, la ministra de la familia y el ministro de medio ambiente de Benin, que venían a presidir el acto. Los tres vinieron juntos con pomposos trajes de gala africanos y rodeados de guardaespaldas, yéndose a sentar... delante de Bas y de mí.
La ceremonia en si fue un poema: primero porque consistió de un sinnúmero de discursos interminables y segundo porque estos discursos eran en francés, y al final de la noche a Bas y a mi nos daba vueltas la cabeza. Luego el director del festival nos presentó a los participantes del festival, directores, productores, actores, etc que nos mostrarían sus películas durante el festival. En ese momento no reconocí ni a Rita, pero después de cuatro días en el festival llegue a admirar con devoción a algunos (que solo algunos) de ellos.
Lo mejor de la ceremonia fue una demostración de bailes beninienses, vamos, como si estuviéramos en Jaca y se pusieran a bailar jotas. La música en Benin esta marcada por un ritmo trepidante (que inspira directamente a la salsa caribeña) y las voces profundas que cantan a coro. En los bailes las chicas se pintan de blanco con una mezcla de harina y agua, y mueven los hombros hacia atrás y hacia delante. Los chicos hacen acrobacias y portan diversos instrumentos. Huelga decir que las danzas están llenas de sensualidad.
Después de la ceremonia alguien tuvo la brillante idea de organizar un buffet libre. De repente, en torno a la mesa de bienvenida, donde se dispensaban bocadillos y bebidas, se organizo un tute de aupa, en el que los invitados se apelotonaban gritando por conseguir su bocadillo. Supongo que esto fue una maniobra de despiste, para sacar a los ministros por la otra puerta mientras todo el mundo estaba despistado.
Bas y yo, sintiéndonos un poco fuera de lugar (éramos los únicos extranjeros no invitados al festival de cine, aunque esto cambiaría al día siguiente) decidimos poner pies en polvorosa y ahorrarnos el apelotonamiento, para disfrutar de las maravillas culinarias de la ciudad de Ouidah.
Al día siguiente, oh maravilla, Bas y yo salimos en el canal nacional de noticias de Benin, tan tranquilos ahí, sentados detrás de los ministros...
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