Huelga

Me imagino que ya habréis leído en el periódico como los estudiantes han tomado las calles aquí en UK, la cosa ha bajado el ritmo un poquillo en los últimos días ya que han empezado las vacaciones y todos se han ido a su casa. Pero de momento, al menos toda esta gente ha hecho algo de ruido.
Porque hasta ahora, parecía que nos íbamos a comer todos los recortes del gobierno sin decir ni pío. Van a sablazo por día. Por ejemplo, la semana pasada en un par de días el gobierno anunció primero que como hay que reformar el sector energético nos va subir la factura de la luz, todos a pagar. Y luego salió a la luz la reconfiguración de hospitales y los complicados entresijos que nos llevan, irreversiblemente, a la privatización de la sanidad. Parece que si nos echan todo encima de golpe, casi que no da tiempo ni a protestar. En cuanto se organiza una protesta por un recorte ya vamos al siguiente. Y lo único que queda es decir que bueno, al menos, esto no es ni Grecia ni Irlanda.
Por eso es tan reconfortante leer los titulares de las protestas de estudiantes. Aunque los titulares se refieran, más que nada, a la violencia en algunas de ellas, pero también por lo pintoresco de las situaciones que se han dado a raíz de estas manifestaciones. Entre todas las anécdotas la más divertida es la de los príncipes Carlos y Camila que de camino a un variety show se encontraron una avalancha de gente tirándoles pintura; otra anécdota en Londres es que el hijo de un músico, creo que de Pink Floyd, ha sido detenido por balancearse en la bandera del País que celebra la memoria de los soldados muertos en la primera guerra mundial.




Yo lo he visto todo desde la barrera, entre otras cosas porque bastante agobiada estoy ya con la mundanza. Mi humilde contribución ha sido enviarles cartas personalizadas a varios de los Lords para que reconsideraran los recortes a la universidad pública bajo la tutela de una campaña “para salvar la universidad pública”. Esto ha sido un trabajo la mar de curioso porque requiere prestar mucha atención a los títulos de los “Lords” y añadir todos los “honorables”, “excelentísimos” y “grandísimos” que sean necesarios. Hay que tomarse esto con humor, porque lo que es a mí, creo que si se pudiera aplicar a alguien aquello de “ ¿dónde te dieron el título? ¿En una tómbola?” habría que aplicárselo a los “Lords”. En fin, también hay que tomárselo con humor por el hecho que el escribir las cartitas esas parece que no sirvió para nada.
Una vez reconocida mi participación limitada en estos eventos, paso a explicar porque me parece importante que los estudiantes de este país estén en la calle.
Lo primero, creo que tienen más razón que un santo cuando protestan contra los recortes porque son un atentado contra el carácter público de la universidad. Una de las medidas es la introducción de matriculas de £9000 al año (tres veces más que el máximo actual) lo que significa que los estudiantes dejarán la universidad con unas deudas tremendas. Por muchas facilidades que el gobierno ponga para devolver el préstamo, la realidad es que la subida de las matrículas favorece a estudiantes de mayor poder adquisitivo. Además, introduce el elemento utilitario en la universidad, porque el estudiante que sabe que va a dejar la universidad con semejante deuda se va a preocupar mucho más de lo que estudia. ¿Qué significa esto? Una reconfiguración total de la universidad hacia la comercialización de los cursos, la transformación del estudiante en un cliente y la introducción del objetivo único de producir individuos “útiles” al capital. Y digo al capital, porque no es a la economía en general, que se beneficia de tener gente culturizada e inteligente sino al capital, que se beneficia de tener individuos que han sido disciplinados en ciertos procedimientos para la reproducción del capital. Con o sin lectura Marxista, la reforma significa ahondar en las diferencias entre los estudiantes más ricos y los más pobres.
Pero más allá de este análisis, que en todo o en parte ha sido más o menos reflejado en los medios, hay otra razón por la que estas manifestaciones son tan importantes, que van más allá del tema de la educación y la universidad: estas manifestaciones protestan contra lo que se puede describir como un ROBO INTERGENERACIONAL. Hemos pasado de darnos cuenta de las tremendas injusticias intergeneracionales asociadas al cambio climático y otros problemas ambientales a darnos cuenta que la sostenibilidad (la visión de una sociedad a largo plazo) permea todas las dimensiones económicas y sociales de nuestro tiempo. Hete aquí que aquí vemos una generación de niños privilegiados en el gobierno, que se han educado casi gratis, denegando los privilegios que ellos vinieron a sus propios hijos. Esta es la gran tragedia de esta crisis y de las medidas que se introdujeron para contenerla: que los que vamos a pagar la cuenta somos los que venimos detrás. Esto sólo es el principio.
Por eso conforta ver a la gente joven en la calle gritando. Claro que hay violencia. Esta violencia nace de la rabia que le invade a uno cuando después de gritar hasta quedar afónico nadie parece haberle oído.