Akhenaton, hereje, libertario, obsceno

Akhenaten esperaba sentado apoyado sobre el alfeizar de la ventana de su palacio en la ciudad que había creado para llevar a Egipto el Único Gran Dios del Amor, Aten, el dios del sol del amanecer, el Dios que su corazón había amado aún antes que los sacerdotes del Templo de Tebas le hubieran intentado robar su alma para entregarla a los Dioses de la guerra y el Odio, el Dios de las plumas mal llamado creador de todos los Dioses Amun, y todos los Dioses de la muerte y la tristeza, Anubis, Osiris, Hathor, Horus y todos los otros, cuyos nombres Akhenaten ya había olvidado. Cuando su padre reinaba en Egipto, Akhenaten veía a su pueblo sufrir la furia de los sacerdotes, que por medio de la superstición y el miedo se aprovechaban de la gente de Egipto. Por eso, cuando los dioses le eligieron para ser el Gran Faraón de Egipto Akhenaten supo que su Dios se le había revelado para crear un nuevo mundo. Por eso había luchado durante todo su reinado para combatir la superstición, para destruir las imágenes de los antiguos ídolos, por encima de todo el terrible Amun… el, había creído en la belleza de Egipto tanto que había construido una ciudad que recibiera toda su belleza, Akhet-Aten, el horizonte de Aten, la ciudad más bella de Egipto. Y durante quince años, la ciudad había resplandecido bajo su mandato, y el consejo de Aten, el amor había florecido y transpirado en las cosechas, en los ciclos de la ciudad, y sus habitantes se habían rendido ante la belleza de Aten, el único siempre presente Dios de la luz y de la vida.
Akhenaten miraba ahora los hermosos jardines que el Nilo llenaba de vida cada año, donde cada mañana él y su familia recibían al dios Aten, se bañaban en su gracia y resplandor.
Hoy, sin embargo, la grandeza de Aten no llenaba su corazón.
Hoy, Akhenaton esperaba a la legión de médicos y charlatanes que examinaban a Nefertiti, le hermosa Reina de Egipto, la Reina más hermosa que jamás conoció el Nilo, la Reina de la piel de Jade, amante de Akhenaton y Aten, madre de sus seis hermosas hijas. Akhenaton amaba a Nefertiti porque ella era la misma encarnación del Dios Aten, y había llevado en su seno el fruto del amor.
Hoy, sin embargo, Nefertiti olía a muerte.
Akhenaton miró al jardín, donde la joven Meket-Aten jugaba entre las flores, despreocupada de la muerte de sus dos hermanas.
Ella será mi reina, pensó Akhenaton, ella, que no lleva en su rostro la belleza de Nefertiti sino que ha heredado mi deformidad, ella sabrá como llevar al Dios Aten de vuelta al Amor, como hacernos olvidar esta muerte que nos ha enviado.
Meket-Aten jugaba en el jardín con el pequeño príncipe Tutank-Aten, heredero de la belleza de las grandes Reinas de Egipto, su madre Nefertiti y su abuela Tiye. Akhenaton no sentía afinidad por aquel príncipe que le recordaba a las imágenes de los antiguos faraones, aquellos que rechazaban la verdad, que se disfrazaban de guerreros y predicaban guerras en lugar de rejuvenecimiento. Tutank-Aten sólo soñaba consigo mismo, las enseñanzas de Aten no le interesaban lo más mínimo. Pero si se casaba con su hija podría conjurar el pasado y las maldiciones de los sacerdotes de Amun. Ella traería a Aten de nuevo, y nos haría olvidar la muerte y devolvería la confianza a aquellos que nunca creyeron en Aten, Ay y Horenheb, mis grandes aliados, mis grandes traidores, mis amigos, mis hermanos.
Cuando el médico abrió la puerta de la habitación de Nafertiti Akhenaton vió la tristeza en sus ojos. Y supo que su amada Nefertiti había muerto. Akhen-Aten dudó un momento de su Dios y juró renunciar al amor de su vida. Pero al entrar en la habitación vio a Nefertiti, yaciendo en la cama, con su túnica deslizándose sobre el pecho y los rayos del sol bañándole la cara con su Amor. Akhen-Aten vio en la sonrisa de Nefertiti el reencuentro con sus amadas hijas, en el seno de Aten. Y supo que su Dios no le abandonaría nunca.


El veredicto de la historia:
Akhenaten fue el Dios hereje creador del culto del Dios Sol, Ra, Aten, la primera religión monoteísta de la historia. Perseguido por los sacerdotes de Amun, creo una nueva capital, (Akhet-Aten, hoy Tel-amarna) para adorar a su dios, con su hermosa mujer Nefertiti.
Akhenaten reinó en paz durante más de una decada, pero en los últimos años de su reinado casi todos los miembros de la familia real murieron de repente, probablemente por la aparición de la Peste.
En los últimos años de su reinado Akhenaten se casó con una misteriosa Reina, probablemente su hija, pero que al morir Akhenaten repudió el culto de Aten y volvió a Tebas, probablemente convencida de que los dioses rechazados en el monoteísmo de su padre les habían enviado una venganza en forma de muerte. Parece ser que se casó con un príncipe Hitita pero éste fue asesinado y eventualmente el Rey niño, el famoso Tutank-Amon (llamado primero Tutank-Aten y marcando la transformación religiosa) quien moriría muy joven, acabando con la dinastía que engendró Aten y siendo sucedido por los generales de Akhen-Aten que volvieron a Tebas, Ay y Horenheb. Tutank-Amon, Ay, Horenheb y los que le sucedieron después trataron de hacer desaparecer todo rastro de la religión monoteísta de Aten eliminando el arte y los monumentos de esa época. Hasta la apertura de la tumba de Tutank-Amon y el descubrimiento en el desierto de Tel-Amarna a principios de siglo la herejía del faraón Akhen-Aten permaneció completamente olvidada.
El arte de la época de Aten es muy muy hermoso, me recuerda a Modigliani y representa el aspecto horroroso que en verdad debía tener el faraón junto a la belleza incomparable de Nefertiti. Las facciones exageradas de Akhenaton representan una ruptura con el arte idealizado y estandarizado del resto de los faraones.
El ‘plot’ de Indiana Jones En Busca del Arca Perdida cruzada tiene mucho que ver con la historia de Akhenaten. Se supone que la peli ocurre en Cairo pero en realidad están buscando una tumba enterrada, lo que tiene mucho más que ver con Tebas- Luxor. De hecho la vara que tiene que ser atravesada por un rayo de sol parece estar muy relacionada con el culto del Dios Aten. Además, cuál podría ser la relación entre los faraones y el Arca de la alianza, dada por Dios a los hebreos en su huida de Egipto? Sigmun Freud tenía una respuesta (que a mí me parece imposible, pero a los de Indiana no tanto): Akhenaten no fue otro que Moisés.

3 comments:

Anónimo dijo...

lamentablemente las fuerzas de la reaccion siempre vuelven para olvidar la obra de los grandes hombres.- que bien me ha quedado¡¡¡.- pero es verdad

Anónimo dijo...

Según leí, a quien se relaciona con Moisés es a Ay que era sacerdote de Atón y que al morir Akenatón y quedándose sin piso para su culto, huyó con unas tribus de Icsos que creían en un Dios Yahvé y encajaba con su idea monoteísta.

Anónimo dijo...

solo existe un solo DIOS que es Jehova Dios