Serbiaña

Bueno buenillo,
Parece que ha habido un cierto intervalo desde mi ultimo mensaje pero es que las vacaciones en Serbia no me han dejado para mucho... ha sido un viaje increíble, y tengo mil cosas que contar... pero empezaré por el principio. Lo primero que me chocó de Serbia es, ni más ni menos, su gran parecido con mi amadísima España.
Uno diría que el clima hace a las culturas, y que en el Mediterraneo Europeo tiene culturas de lo más similar... claro que tantos siglos de gloria intelectual debieron separar Italia y Grecia del Español castizo... los Balkanes, sin embargo presos de la influencia hypercatólica por un lado y el legado musulmán por otro, han desarrollado un parecido increíble con España, al menos, con mi España. Tanto es así que mientras que en los Balkanes todo lo español es adorado hasta lo indecible, al español corriente perdido en los balkanes no le queda más remedio que enamorarse de esa tierra que siendo diferente es un calco de la españa que llevamos en el corazón.
Ya os comenté en un mensaje anterior que uno de los puntos de confluencia entre Serbia y España pudiera ser la música popular. Sin embargo, mis queridos amigos, la similitud no se acaba ahí. El gran amor por la fiesta hace que Belgrado se llene de ritmos populares en cada esquina, algunos de ellos sorprendentes: por ejemplo, en la calle principal de Belgrado, Luz Casal grita “Pienso en tí” a grito pelado atrayendo clientela al escaparate de CDs. Más sorprendente todavía es encontrarse entre los CDs vendibles un coleccionable de Héroes del Silencio. Y las discotecas de Belgrado, como las españolas, están activas seis días a la semana, llenas de famosetes que bailan hasta las cinco de la mañana al ritmillo tanguero de tonadillas bakaladeras que aunque no entiendo, bien podrían estar gritando a grito pelao “Tengo un tractor amarillo” (Sí, sí, teníamos una de estas discotecas debajo de nuestra habitación en el hotel, Dios, que cruz!!!). Luego hay otras cosas que no son españolas en casa, pero se vuelven españolas a cuatro mil kilometros de distancia: por ejemplo el look morenazo de la Shakira, las tonadillas de las telenovelas (Casandra, la única telenovela que he seguido desde el primer hasta el último capítulo) o la voz melosa de Eros Ramazotti cantando “Dedicado para los que estááááán... desesperados (de oírle)”
Pero no solo de música cutre vive el hombre. En nuestro segundo día de vagabundeo por la ciudad que nunca duerme se nos ocurrió ir a un concierto de Paco de Lucía. En un recinto para diez mil personas, lleno hasta los topes, los serbios parecían mearse del gusto mientras el gran de los grandes maestro paseaba sus dedos por la guitarra como si jugara con pompas de jabón. Yo casi lloraba al observar como la concurrencia seguia el ritmillo gitanero y como la carne de gallina se convertía en moneda corriente al escuchar el dolor del cante gitano. Una maravilla, chico, pero si además se ve en Belgrado, tras conseguir las que parecían el último par de entradas, mejor que mejor!
Claro, me diréis, es que como no te va a gustar Paco de Lucia, que es una maravilla... quizá tengais razón pero Bas no estaba la mitad de emocionado que los serbios que nos rodeaban.
Quizá esto se corresponda con las raíces gitanas de la música Serbia. En nuestra última noche en Belgrado nos sorprendimos en un concierto del absolutamente sorprendente Goran Bregovic. Goran Bregović empezó cantando en un grupo pionero de rock en los setenta y ochenta, Bijelo Dugme. Bijelo Dugme es la demonstración de la gran apertura que existía en la Antigua Yugoslavia a la música del Oeste


Pero la historia de Bijelo Dugme es desgraciadamente turbulenta, y su disolución fue casi simultanea a la disolución de Yugoslavia. En cualquier caso, Goran Bregović, en busca de pastos más verdes, ha hecho música para las películas de Emir Kusturica, y ha compuesto differentes tipos de música. ¿Por qué me parece interesante? Porque en la música de Goran Bregovic se observan también las raíces gitanas de la música serbia, igual que en la española....
Pero parecerse en la música es solo accidental. En realidad, lo que más me recuerda a España en Serbia es la forma de vivir, la forma de andar por la calle con tranquilidad: paseando*. La forma de sentarse en los cafés y atiborrarse de cerveza, o de café, o de helados. La pasión por la comida, los cocidos, las alubias y el jamón, y sobre todo, por el sol.


*De hecho, ¿sabéis que en inglés no existe la palabra pasear? En inglés lo más parecido sería decir: “to take a walk”, pero “a walk” no tiene la conotación de la palabra paseo en español, porque un paseo es una cosa que se hace despacio, tanteando el suelo que se pisa, contemplando el paisaje y sus sombras, enseñando estampa o salero (depende de lo que se tenga). Un paseo requiere tiempo. Pero tiempo es lo único que nadie tiene en Inglaterra, el tiempo se les escapa en cada respiro, todo el mundo anda como el conejo de Alicia, con un ojo en el reloj y otro en la apariencia. Quieren disfrutar del tiempo pero siempre quieren llegar antes, y en el camino se olvidan de pasear (“Y cuando vino el tiempo de resumir, ya su mirada estaba extraviada entre el estar y el ir”, Silvio).