Bueno no es que tenga mucho que contar pero ya llevo unos días con mucho sol y tengo un poco la felicidad escrita en la cara.
Tengo noticias de Bas, por cierto, que se ha reconvertido a coleccionista de arte Nigeriano, y ahora dice que el arte le trae la paz del alma y ya que no tiene tiempo ni ocasion en gastarse nada de dinero (porque ¿qué se puede comprar en Nigeria?) ha decidido volverse mecenas de artistas locales. Yo le alabo la intención aunque el arte nigeriano me resulta un poco horrendo, pero vamos, de momento no me ha enviado ninguna foto del cuadro en cuestión, a ver como es. La otra noticia es que ahora le a dado por irse de clubbing a Lagos (que es una de las ciudades con más marcha nocturna del mundo) en Victoria Island. La verdad es que da mucha envidia oírle contar lo bien que se lo pasó el sábado.
Mi vida es mucho más vulgar... bueno, fui a la celebración del año nuevo chino en Londres, a la memoria de Antonio pero fue un coñazo y estaba todo hasta arriba. Me escapé al museo de ciencias naturales a ver una exposición de fotografía de la naturaleza y de pasó me paré en Hyde Park a ver la estatua que hace un siglo la reina Victoria le hizo a su amado Albert. Bueno, es una estatua de cojones, toda en oro, con vallas de oro y con figurines de inspiración griega representando escenas coloniales (como una bella india en pelotas subida en un elefante). La estatua es la leche, te la encuentras así, sin más, y a la luz del amanecer resultaba francamente... HORRIBLE. Si, es como un mazacote de mal gusto y encima el Albert ese era feo de cojones. ¿Cómo se puede ser tan frívolo para mantener una cosa así? ¿Una estatua de oro en medio de la ciudad conde la gente se mata por unos cientos de libras? Desde luego los humanos somos absolutamente estúpidos algunas veces. Y la cosa es que cuando estás allí, en frente de semejante creacción, lo único que se puede hacer es... admirarla.

Miradlo: http://en.wikipedia.org/wiki/Albert_Memorial