Como en los buenos tiempos…

Este fin de semana he ido a hacer una visitilla a mis amigos de Madrid, a los que hace tiempo que no veía. Lo que es la amistad, que te encuentras y todo se siente como siempre, a pesar de no habernos visto en un montón de tiempo. Estoy esperando que la vaga de la Ruti me envíe las fotos que nos hicimos y así os podéis hacer a la idea de lo que es una noche de desenfreno y rock and roll en Madrid.
Una cosa es verdad: en Madrid todo es más fácil: el transporte, las sonrisas, el llevar una conversación decente... aunque Madrid esta levantado de cabo a rabo, le están sacando las entrañas. Dicen que para arreglar el Manzanares; yo creo que lo que están arreglando aquí son los bolsillos de algunos.
Y lo que son las cosas; quedamos con una amiga en un sitio que estaba cerrado, así que Rut y yo nos pusimos a buscar un sitio donde pudiéramos quedar con ella. Y fuimos a parar al automático, un gran bar alternativo en el que he pasado yo infinitas tardes en las que debería haber estado estudiando. Y ¿quién estaba allí? Marcos y Mario, mis viejos amores de la escuela, mi amiga Inés a la que había perdido la pista desde que se fue a Brasil, y otros amiguetes que fue fantástico ver. Si a eso le añadimos todos los colegas con los que sí había podido quedar tengo que decir que este ha sido un finde fantástico.
Solo que el lunes... tuve que volverme. Hum. Con el avión atravese el muro de nubes y cuando aterricemos en Londres estaba más oscuro que en una cueva. Y aquí, los ingleses y todas esas cosas que no entiendo de ellos.
Hoy estaba leyendo un libro muy erudito en el que se dice que una de las claves del mundo y la sociedad esta en la oposición de los conceptos de centralidad y desplazamiento, que metafóricamente sería la diferencia entre ser una patata (un tubérculo) o ser hierba que se extiende por los prados libre. Eso pienso yo, esa es mi contradicción: entre el deseo como la falta de algo o el deseo como una intensidad que crece desde dentro, imparable, siempre cambiando. Creo que los españoles somos hierbas, y los north-europeos tubérculos...
Esta reflexión se la debo a unos filósofos que se llaman Deleuze y Guatari, de Paris.
Besos yerbales.

1 comments:

Anónimo dijo...

Che said,
la felicidad y sabiduría absoluta supone la inexistencia del deseo...o algo así dicen los budistas, jeje, me alegro por ese gran finde, a lot of kisses.