Finde de movida

Bueno, arrancamos bien un finde lleno de anécdotas y sobresaltos. La cosa pintaba muy chula, con Ruti a punto de coger el avión en Almería para venir a celebrar mi cumpleaños (benditos 27) y un estupendo viernes de clubbing… pero las cosas a veces pueden torcerse.
¡Y tanto que pueden! Cuando estoy a punto de coger el tren al aeropuerto my teléfono móvil bipea: bip, bip. Yo lo cojo ilusionada pensando que es otra felicitación pero… oh coño! Es Rut, dice que no viene porque su DNI caduca en dos días y los borricos de Ryanair no la dejan pasar.
Ay, Dios mío, ¿y ahora qué?
Con toda la tristeza de mi corazón y sin un plan mejor para mi cumpleaños me meto en el cine. Pero aún habría de aguantar una angustiosa hora antes de que empezara la película. Dígamos que no sabía donde meterme, así que me inventé que tenía ganas de mear y me metí en los lavabos de señoras. Me confundí de puerta al salir (saliendo por la de emergencia) y nada más salir veo una presencia delante mía de cabellera lacada y enormes gafas de sol (cosa muy sorpresiva en un cine) con toda la gente arrabullándola en plan marabunta… ¿diría que conozco a esa señora? Pasó demasiado cerca de mí como para darme cuenta de quien era. Así que sin más sospechas me dirigí a la cafetería para descubrir que el café esta fuera de mis posibilidades monetarias (es que vamos, más de tres euros por un café, amos, ya les vale hombre).
Cuando volví de la cafetería la señora de las gafas firmaba libros en un stand. Y es que esa noche, señores, estuve a varios centímetros de Jane Fonda.
¡¡¡¡¡Y aún no había entrado a la película siquiera!!!!!!
La película que fui a ver se llama Moolade y cuanta una historia en una pequeña aldea de Burkina Faso, donde un grupo de mujeres se rebela contra la práctica de la escisión. Una película más que bonita.
Así que salgo del cine animada por el tono optimista de la película, pero deprimida en general. Y a mi lado una chiquita superdelgada discute apasionadamente:
" ¡Pues no entiendo porque se perpetúa una práctica semejante! ¡Cómo un hombre puede permitir perder a su hija de esa manera!"
El caso es que la chica me sonaba aunque no lo tenía claro (ella estaba de espaldas a mi) pero me parecía fuera de contexto. Por un lado vestía muy punky, con la cabeza rapada y una pequeña cresta; por otro lado sus opiniones parecían tener una cierta madurez. Y finalmente, tenía la cara de una estrella de cine…
Y es que las apariencias no engañan, y la cara es el espejo del alma: ¡Era Natalie Portman! Para los que no lo tengan claro, vamos, que me pasé la sesión de cine sentada al lado de la Reina Midala de Star Wars. Bastante impresionante, teniendo en cuenta que vi la peli la semana pasada…
Alguien lo descubrió antes que yo: un par de fans que esperaban a la puerta del cine para hacerse una foto con ella. La pobre chica estaba bastante avergonzada: ella viniendo a ver una película multicultural y tratando de salvar el mundo mientras fans cabezas huecas no quieren más que hacerse una foto con ella. Yo le hubiera preguntado al menos si le había gustado la peli… Me atraparon en la foto (yo venía andando detrás) y entonces hice mi gran actuación de la noche. Dije:
"Oye, ¿me puedes quitar de la foto?"
Al fin y al cabo ya me hice una foto con el rey de España en un cursillo de ski, no creo que eso pueda ser superado con una foto de la reina Midala…
Pero me temo que con mi fantástica actuación no les caí bien ni a la Natalie Portman y sus amigos, ni a los fans. Más bien quedé como una pedante estúpida, que al fin y al cabo esta mucho más cerca de lo que soy (y si no os lo creéis, mirar mi mensaje más abajo, soy una auténtica postmoderna, una pija del futuro).
En fin, el fin de semana no acabo allí, pero el próximo capítulo me lo guardo para mañana…
Besos