Hijos de la Gran Bretaña
Voy a hacer un descanso porque no puedo mas, a ver si me aireo el pensamiento escribiendo un mensajillo. Hace un calor tremendo y la verdad que me ha pillado totalmente desprevenida, y me he venido a la Uni con una camiseta de manga larga y estoy que me asfixio... en fin Pilarín, hoy tengo gimnasio y luego me iré a hacer aquaerobics que es divertidísimo, y así me aseguro de tener una excusa concisa y certera si el pimpollo me vuelve a llamar para pedirme una cita...
Hoy he conocido a un español, de Vigo, y ha sido toda una liberación, hablar español cinco segundos, aunque estaba un poco cortada la verdad, porque se me notaba demasiado que tenía ganas de hablar con alguien... “normal”
Bueno, lo de la casa es un sinvivir. Ahí no se para... me he enganchado un poco a un culebrón que se llama Eastenders, sobre porracillos londinenses, que lleva mil años en antena, casi casi desde que se inventó la televisión, y que es un absoluto coñazo, pero me pilla siempre a la hora de la cena y además me ofrece una pequeña oportunidad para conversar con mis compañeros de piso. Mis compañeros de piso me empiezan a caer bien, y es que son auténticos: auténticos ingleses barriobajeros. Es divertidísimo. Además son súper amables, y el gacho ese de los tatuajes todos todos los días me pregunta que tal me ha ido en la oficina, pero con mucha amabilidad. Además como se ha reconciliado con la dueña ya no flirtea: para mi sorpresa el domingo pasado la dueña (a la que no había visto en toda la semana) me llamó para ir a tomar unas copas al pub. Bueno, a las doce del mediodía todo el mundo llevaba ahí un melocotón de aupa, pero vamos, yo me eché el hacha al hombro y me pedí un café, creyendo que todo el mundo se me iba a echar encima por no beber, pero todo fue tranquilo. Nadie tenía demasiadas fuerzas ni para hacer chistes, debido a la resaca. De todas las personas con las que hablé nadie (digo NADIE!) recordaba lo que habían hecho la noche anterior: os lo digo yo, tremendo. El de los tatuajes vino con un enorme ramo de rosas rojas para la dueña, y con ello llegó la conciliación y la alegría a casa.
Bueno, hubo una rifa, me compré un número y me tocaron... dos chuletas de cerdo! Bastante buenas, por cierto. Era casi premio seguro, pero me hizo bastante ilusión.
Mi otra alegría de la semana ha sido ver a Iván, que está muy bien, y nos echamos unas risas y concluimos que Londres era un coñazo pero valía para correrse unas juergas. Palabras de Iván:
“En Londres, si quieres, puedes ligar todos los días”
Oído al parche si hay alguno por ahí buscando rollo: nada de compromisos, pero ligues de una noche los que queráis.
Lo de los aquaerobics, para morirse. Tremen, tremen. Tremebundo el tamaño de algunas de las mujeres que trataban de moverse en el agua. Luego pusieron una corriente, y se nos llevaba, y algunas aguelicas lo pasaron requtemal. El espectáculo de treinta señoras moviendo culos palante y patras en aquella piscina debía ser tan ridículo que el socorrista no se podía contener la risa (y lo cambiaron a mitad). Pero yo me lo pasé de puta madre. A lo ultimo me pusieron una canción de The Cure y tan contenta que me fui para casa.
Ah, se me olvidaba contaros que casi me cago de miedo el otro día, recién estrenadas las llaves de la oficina, decidí quedarme un ratito extra en la oficina para escribir algunos mails etc, y se me hicieron las siete y media. Es pronto todavía, pero, amigo, mi oficina esta en medio del bosque, pequeño detalle. Porque imaginareis que no ponen farolas en los senderos del bosque: terrible descuido. El par de kilómetros que separan mi oficina de la estación se me hicieron eternos. Era ridículo verme andar por ahí medio acojonada, alumbrándome con el salvapantallas del móvil (a que al final el móvil va a resultar útil...) en medio de la oscuridad absoluta y creyendo todo el rato que me había perdido. De locos... Vanesucita llagó sana y salva a casa de la abuelita, tranquilos. Al día siguiente me aseguré de irme antes de que se fuera la luz, y al salir de la oficina había dos cervatillos, ahí pastando, tan panchos, aunque salieron corriendo al verme (yo les grité que no era tan fea, pero igual salieron despavoridos tal que si hubieran visto a patas gordas o algo peor).
Bueno, espero que os echéis unas risas a mi costa leyendo hoy, y si no sentiros culpables, porque no sufro tanto para que encima no podáis descojonaros siquiera (que mi sufrimiento no sea en vano!!!)
Un beso
Vane
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