Contra el integrismo
A veces a uno se le despierta admiración por las cosas más mundanas: a veces las cosas más mundanas se convierten en cosas extraordinarias. Si ya es difícil comprender las actuaciones de las personas que nos rodean, imaginad cuan difícil es llegar a comprender a alguien que hizo algo extraordinario hace ya cincuenta años: salvar una cultura.
La persona de quien hablo se llama Susan Wenger y tiene hoy mas de 90 años. Vive en la ciudad de Oshogbo, a 50 km de Ibadan, y esta casada con Ulli Beier, un músico yoruba.
Susan vino a Oshogbo (Ososgbo) en los años 50. Yo no sé sus motivaciones, ni puedo comprenderlo, pero sé lo que hizo: en un momento en que el integrismo católico o musulmán invadía Nigeria destruyendo cualquier vestigio de religión ancestral, calificada de demoníaca y equiparada con la brujería, Susan se fue a Oshogbo y salvó el “Bosque sagrado de Osun” de la desaparición. Y lo hizo de la forma más fantástica: elevó el arte sacro Yoruba a la categoría de arte moderno y con esta excusa convirtió la ciudad en un santuario de artistas donde la tradición ha sido preservada.
El bosque sagrado de Oshogbo era ya único en su categoría, antes de la llegada de Susan. Es uno de los pocos lugares de este rincón de Nigeria donde todavía se pueden encontrar monos (hasta cinco especies) y junto a ellos conserva una inusitada variedad de especies arbóreas y faunísticas. ¿Cómo es posible que una maravilla así se haya conservado intacta a pesar de la presión poblacional?
Bosques sagrados como el de Oshogbo existían por toda la tierra Yoruba: dichos bosques estaban dedicados a los dioses tradicionales, por lo que ningún animal podía ser cazado o pescado, y ningún árbol dañado, ya que cada elemento del bosque sagrado representa o contiene el espíritu de uno de los dioses Yoruba. Pero cuando los integristas del “mundo civilizado” se lanzaron en masa a expoliar este país, dichos bosque amenazaban sus intereses: casi todos estos bosques desaparecieron en los años cincuenta, y aun hoy hay nigerianos que te dicen que bosques como el de Oshogbo son “lugares malditos” o de brujería. ¡Papanatas!
Los habitantes de Oshogbo tienen un pacto con Osun, diosa de la fertilidad. Osun vive en el río, y envía a sus mensajeros a través del agua. Y aunque Osun es muy poderosa, necesita su río para cumplir su cometido. Cuando los primeros habitantes llegaron a Oshogbo, su rey, prometió a la diosa cuidar del río y su entorno, manteniéndolo virgen, a cambio de prosperidad para su pueblo. El pacto entre la diosa y la gente de Oshogbo continua hoy y se renueva una ceremonia de doce días en Agosto.
Sin embargo, hace cincuenta años, el bosque de la diosa Osun estaba en peligro. Como la diosa protege en su bosque a otros dioses, les pidió ayuda. El dios de las artes envió a su sacerdotisa, Susan Wenger, una mujer austriaca, sacerdotisa Yoruba, que estudiaba el arte indígena en Ibadan.
Susan enseño a los artistas de Oshogbo a canalizar su cultura en forma de arte moderno. Así, el grupo de “Artistas sagrados” comenzaron a construir sus esculturas en el bosque sagrado. Susan construyo su propia casa en el bosque, y se traslado a vivir ahí con la diosa.
La gente de Oshogbo cree que cuando los dioses no favorecen a un artista en su honor, le envían su castigo en forma de terribles enfermedades. Dado el éxito de Susan (que vivía en medio del bosque sagrado) la gente comenzó a considerarle una enviada de los dioses, una superhumana, y es hoy adorada por algunos seguidores de la religión Yoruba.
Dicen los rumores que cuando Susan Wenger sale al mercado, toda la gente se inclina en su presencia.
Junto con Susan Wenger muchos otros artistas se trasladaron a Oshogbo, creando una galería de arte y dando relevancia al movimiento artístico de la ciudad, entre ellos una artista muy famosa llamada Nike Davies.
Gracias a sus trabajo, el bosque sagrado de Osun, y con el el arte Yoruba, se ha preservado.
Visitar el bosque es fascinante: las esculturas son maravillosas, con un vestigio de inspiración modernista, son completamente orgánicas, y casi parecen parte del paisaje. Sus representaciones no son menos fascinantes: mensajeros de los dioses, puertas al mundo espiritual o representaciones de los problemas metafísicos de la vida son sintetizados en esculturas que hubieran encandilado al mismísimo Picasso.
En el bosque se encuentran también los dos palacios del rey de Oshogbo y la casa de Susan Wenger: como si Gaudi hubiera diseñado la casa de un gnomo.
El bosque sagrado de Osun en Oshogbo es uno de esos pocos lugares que te hacen sentir que el hombre y la naturaleza son uno solo, y ambos son parte del otro. Nada tendría sentido sin una vida humana para traducirlo al lenguaje.
Junto al sentido metafísico del lugar, uno se encuentra con todo el misticismo Yoruba, sus “sacrificios” y rituales. Y uno se pregunta también con que derecho las religiones antinaturales se jactan en calificar de “brujería” las religiones tradicionales, cuando ellos mismos no saben ni como encontrar sentido a su propia vida. Como dice Krahe:
Pero dejadme,
¡ay!
que yo prefiera,
¡La hoguera!, ¡La hoguera!, ¡la hoguera!
la hoguera tiene...
que sé yo,
Que solo lo
tiene la hoguera
PS: La hoguera para todos los madrileños, que según monseñor rouquito, pecan mucho. Me parece que ahora en lugar de ir de Madrid al cielo, se va a ir de Madrid, derechito, derechito, al infierno (especialmente todos esos malvadillos homosexuales de Chueca)
2 comments:
Admirable esta señora Susan Wenger.
Como van ha venir noticias nuevas del Vaticano,( pues nos ha vuelto a poner a caldito el Papa),no quiero hacer ningun comentario respecto a tantos pecadores que nos encontramos en este pais.Me pongo de rodillas y hago mi penitencia. Lur
y a la espera de los animos que nos da Che
Aquí en Huesca estamos preocupados con el cartel de Carnaval un cura con los morros pintados en rosa fuerte, sólo se ve bocay gafas y dice "un carnaval de pecado"la iglesia pide que se retire porque hiere su sensibilidad,están muy sensiblones con todo,porque además del aqua,digo yo, no comparten tambien sus bienes y sus riquezas que son muchas entre los necesitados, que los hay y bien cristianos.
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