Como me lo ha pedido Che, pues aquí os cuento como vivimos la final Bas y yo. Para empezar, nos pilló un poco de sorpresa. Yo no soy muy futbolera en general así que el mundial lo he seguido poco. Pero lo peor fue que cuando Inglaterra fue eliminada de la final fue como si el mundial se hubiera acabado. Lo que eran antes legiones de fans en blanco y rojo y bares a petar de gente se convirtió en calles vacías, carteles del Mundial olvidados y lo bares vacíos. El día que eliminaron a Inglaterra pusieron una pantalla gigante en una de las plazas centrales de Newcastle, casualmente en frente de nuestra casa. Así, sin prestar mucha atención fuimos viendo desde el balcón como Alemania machacaba a Inglaterra. La muchedumbre (unos cuantos cientos de personas) se agolpaba con las manos en la cabeza, en clara señal de desesperación. En los últimos minutos del partido, la esperanza perdida, la muchedumbre ya se había dispersado. La pantalla gigante desapareció en seguida sin dejar rastro.
Así que el día de la final, ni pantalla, ni canciones, ni muchedumbre ni nada de nada. Yo estaba un poco despistada por cosas de trabajo así que mi amiga Renu, que es de la India, se encargó de asegurarse que iríamos los tres (Renu, Bas y yo) a ver la final. Bas, mi novio, como buen holandés hacía como que no le importaba nada. Nosotros no tenemos televisión, pero estamos en una zona con muchos bares con pantalla gigante, así que sin preocuparnos mucho, no salimos hasta la hora del partido. Para nuestra sorpresa, la final no se retransmitía en ninguno de los bares que normalmente están enchufados al fútbol todo el día hasta los partidos de segunda. En su lugar, en las pantallas donde esperábamos ver la final, Shakira agitaba sus caderas al viento. El partido ya había empezado y empezábamos a considerar volver a casa y escucharlo en la radio. Pero por fin, en nuestro último intento, encontramos un bar donde se retransmitía la final. No tenía mucho ambiente. Aparte de nosotros sólo había un grupo de polacos borrachos que no le prestaban a la final la más mínima atención, y un hombre sentado en una banqueta que apoyaba a Holanda.
Y nosotros tres. Yo me declaré agnóstica. Bas dijo que no le importaba nada. Renu dijo que si yo no apoyaba a España, entonces lo tendría que hacer ella. Pero conforme el partido avanzaba, Bas se ponía más y más nervioso. Finalmente me confesó que quería que ganara Holanda, sobre todo desde que mi hermanito le había dejado un mensaje en el feisbuk sobre que no se hiciera esperanzas y que iban a fenecer ante el poderío español. Y entonces recibí un mensaje de la hermana de Bas diciendo que nos iban a devolver la plata robada a España en 1700 no sé cuantos. Conforme el partido avanzaba y los holandeses sacaban las garras, Bas se enfadaba más y más con el árbitro y yo pensaba que no tenía mucha razón. Mi amigo James me envío un mensaje que decía: “Yo pensaba que Holanda era una nación pacífica”. Cuanto más avanzaba el partido, Bas se comía las uñas. Y el tio de la banqueta tambien. Y yo, que todavía insistía en no apoyar a nadie, me tensaba en la silla cuando el balón se acercaba a la portería. Y cuando finalmente Iniesta marcó el gol casi estallo de emoción… hasta que volví la cabeza y vi a Bas con la cara entre las manos. La hermana de Bas me mandó entonces un mensaje: “aún tengo esperanza”. Pero no sólo de esperanza se vive, claro. Al final, ¡ganamos! Yo me miraba a Bas y me daba un poco de pena, por un minuto pensaba, “ojalá hubiera ganado Holanda”, pero al minuto siguiente pensaba “para una vez que ganamos y me tengo que sentir mal”…