Concorde

Que levante la mano quien no reconozca esta silueta. ¿Cómo? ¿Qué no sabes que es el Concorde? El Concorde es un mito increíble, el sueño que no pudo ser, la exclusividad hecha avión y básicamente todo todo todo lo que Ryanair y otras compañías de bajo coste no son: un desastre económico, un desastre social, un desastre ecológico y tantas otras cosas más.
¿Por qué entonces, os preguntaréis, me preocupo tanto por el Concorde? Un avión que ha servido Champán francés a caracteres como el Dictador congolese Mobutu (cuenta la leyenda que en medio de la pobreza de lo que entonces era Zaire, en Kinshasa, Mobutu tenía excentricidades como el tener una pista de aterrizaje especial para el Concorde. Obviamente, el Concorde hizo poco por la democratización de las líneas aéreas. Por otro lado su rendimiento en materia de medio ambiente era más que pobre…
Pero el Concorde, a pesar de todo, es el último gran milagro de la tecnología humana, antes de que todos nos volviéramos postmodernos y descubriéramos que la tecnología no nos importa tanto como creíamos. El último gran sueño de la física el Concorde representa el sueño de la supervelocidad: la velocidad de crucero del Concorde era dos veces la velocidad del sonido. ¡El Concorde era tan supersónico como superratón! No en vano, recuerdo claramente planear en mi infancia como sería mi gran vuelo en el Concorde. Me sentaría en el Concorde y desde la ventanilla saludaría a Superman. En sus mejores tiempos el Concorde despegaría del Aeropuerto en Washington al mismo tiempo que un Boeing, y antes de que el Boeing llegara a Paris el Concorde habría llegado, desembarcado, embarcado nuevos pasajeros y aterrizado de vuelta en Washington. Cuando el Concorde volaba todavía creíamos que todo- hasta los vuelos supersónicos- era posible. O por lo menos eso pensé el otro día en el que vi uno de los Concordes que se exhiben al público en el museo de la aviación de Brookwood. Dentro del Concorde atendimos una simulación de un vuelo del Concorde, con en sonido insoportable y el calentamiento de las ventanillas. En realidad, nunca podría haber dicho adiós a Superman desde el Concorde, ya que apenas te podías aproximar a la ventanilla, por las altas temperaturas que se producían en un vuelo supersónico.
No es casualidad que el Concorde y Superman emulen la misma cosa: la idea de la humanidad como una raza invencible. En los años dorados del Concorde- y de Superman- el mundo vivía la guerra de las galaxias pero a nadie le importaba. El optimismo de los años ochenta solo era equiparable a su estupidez: dos millones de Chernobyls y Bophals no nos hubieran abierto los ojos. De todos modos todo ocurría en aquel otro lado: era culpa de los comunistas y si no de los países subdesarrollados. Cuando el Concorde volaba nuestros cielos y superman nuestras pantallas ambos evocaban la idea de que el hombre podía conseguirlo todo, incluso el vuelo supersónico- incluso el viaje en el tiempo.
Hoy, nuestros tiempos postmodernos son mucho más tristes. Básicamente se basan en la realización de que la traducción de ciencia en tecnología y política ha requerido estupidez y simplificación- y que la realidad no se puede manejar con recetillas. Los movimientos medioambientales- entonces revolucionarios- hoy son poco más que un eco del sistema. Las multinacionales se plantean con un nuevo modelo de gobierno- y una nueva ideología (completamente inventada por más que invoquen a Smith y a Ricardo) que parece comerse a la masa. Cuando no se la come, las alternativas no son mucho más halagüeñas. Y el Concorde, nacido de los sueños más nobles que os podáis imaginar- el producto de una fe ciega en la invencibilidad del hombre (y la mujer cuando consigue no pasar desapercibida)- y uno de los hitos del diseño industrial es hoy una símbolo de la modernidad perdida y de la incapacidad del hombre (y su mujer[sic]) de crear un mundo inclusivo y solidario en el que haya sitio para todo y para todos.
En el museo no te dicen que le pasó al Concorde, porque lo retiraron. Yo se parte de la historia: el accidente en Paris en 2001, y las dificultades de British Airways y Air France para obtener el permiso de vuelo. Sin embargo, una vez lo obtuvieron decidieron que el Concorde no volaría nunca más. Bas dice que el seguro se volvió demasiado caro, tan caro que las compañías no lo podían pagar. A la vuelta del milenio el sueño de la supermodernidad fue destruido por la institución mas post-moderna que uno se pueda imaginar: las compañías de seguros.


PS: Quería acabar mi mensaje aquí pero no puedo menos que mencionar que tengo una compañera que trabaja en tecnologías de la aviación en Rolls Royce. Es ingeniera, inteligentísima y muy guapa por cierto. Mi tristeza emerge de sus declaraciones- que, ahora veo, translucen en este mensaje- de que la mujer, finalmente, no es nadie sin el hombre y que cualquier mujer del universo no se verá jamás realizada si no se supedita a los deseos de su hombre. Es triste que una chica como esta te diga esto, tan triste que me dan ganas ahora mismo de ponerme a llorar.

2 comments:

cheroquee dijo...

vane, muy buen post, me parece muy acertada tu idea de en que han ido a parar los sueños de progreso, a la par que tambien han ido desdibujandose los sueños de emancipacion, de libertad y paz, de amor libre, de liberacion de la mujer.- Donde estan los hippies, donde quedó mayo del 68, donde el Che, donde Victor Jara, donde Jane Fonda luchando contra la guerra de Vietnam, donde John Lenon, donde la carrera espacial.- Definitivamente este es un mundo, no se si más triste, pero sí con menos esperanza y confianza en el futuro.-
Como dice la jotica:
Cuando querrá el Dios del Cielo
que la tortilla se vuelva
que los pobres coman pan
y los ricos mierda, mierda
Estoy escuchando "Mamas&Papas" y me gusta...

cheroquee dijo...

oye que el otro comentario es una chorrada, que cualquier tiempo pasado no fue mejor, solo fué diferente.-
nos vemos prooontooo