Superdemocracia y el robo de la democracia por los neoliberalistas
Aquí, como dedicatoria a mi papito, pongo una traducción de uno se mis escritores favoritos, Slavoj Zizek, caracterizado por tener un pensamiento completamente independiente. En este ensayo, escrito hace tres años en el debate de la guerra contra Irak, Zizek (en realidad Žižek) reflexiona sobre como los conservadores, en particular los neoliberalistas, nos intentan robar el sueño de la democracia, y cómo esta se encuentra en verdad desvirtuada debido al empeño de la gente de izquierdas en ceñirse a reglas formales (y arbitrarias) y al triunfo de los neo-cons que han construído una retórica basada en el conocimiento experto de la economía como respuesta a cualquier interrogante moral de la opinión pública, distraída por debates fútiles de los verdaderos problemas del mundo: la opresión económica y la exclusión de aquellos que no han nacido privilegiados. Los ejemplos son internacionales, pero cualquiera puede observar que el mismo discurso ha sido utilizado en nuestro amado país durante por cierto sector político. ¡A ver si os gusta!
Cuanta democracia es demasiada?
Traducción libre del articulo de Slavoj Zizek (In these times, 2003)
Original aqui
Democracia no es meramente el “poder de, por y para la gente”. No es suficiente reclamar que, en democracia, la voluntad y el interés (los cuales no coinciden automáticamente) de la mayoría determina las decisiones del estado. Democracia- como se usa el término en nuestros días- concierne, sobre todo, al legalismo formal. Su definición mínima es la adherencia incondicional a un conjunto de reglas formales que garantizan que los antagonismos se puedan absorver dentro de “las reglas del juego”.
”Democracia” significa que, cualquiera que sea la manipulación electoral que tenga lugar, cada agente político debe respetar el resultado incondicionalmente. En este sentido, las elecciones presidenciales en Estados Unidos en el 2000 fueron efectivamente democráticas. A pesar de las manipulaciones de resultados patentes en Florida, el candidato Demócrata aceptó la derrota. En las semanas que siguieron a las elecciones, Bill Clinton hizo un comentario apropiado: “Los Americanos han hablado. Lo único es que no sabemos que han dicho.” Este comentario se debería haber tomado más seriamente de lo que pretendía. ¿Por qué la izquierda siempre tiene que respetar “las reglas del juego”? ¿Por qué no, en circumstancias determinadas, se questiona la legitimidad del resultado del proceso formal de la democracia?
O también, hay al menos un caso en que los mismos demócratas formales podrían tolerar la suspensión de la democracia: que pasaría si un partido anti-democrático que propusiera la abolición de la democracia ganara las elecciones formales? (Esto ya ha ocurrido, entre otros sitios, en Algeria hace algunos años). En ese caso, más de un demócrata admitiría que los votantes no son todavía suficientemente “maduros” para que se les conceda la democracia, y que es preferible implantar algún tipo de despotismo ilustrado cuyo objetivo sea educar a la mayoría para convertirse en auténticos demócratas.
Sigiendo esta línea de ataque retórica, la limitación gradual de la democracia es claramente perceptible en los intentos por “repensar” la situación actual en Irak. Uno siempre está, por supuesto, a favor de la democracia y los derechos humanos, pero claro, estos deben “re-pensarse”. Esta actitud puede leerse en al libro “El Futuro de la libertad” de Fareed Zakaria, el columnista favorito de Bush, que encuentra una amenaza para la libertad en “exagerar la democracia”, o sea, en la emergencia de la “democracia contra-liberal en casa y el extranjero”. Él toma el ejemplo de que la democracia solo puede “ganar popularidad” en países desarrollados económicamente: si un país subdesarrollado se “democratiza prematuramente” el resultado es un populismo que resulta en la catástrofe económica y en despotismo político.
No es asombroso, según esta teoría, que los países del Tercer Mundo más exitosos económicamente (Taiwan, Corea del Sur, Chile) abracen la democracia completa sólo tras un periodo de gobierno autoritario. Las lecciones para Irak son claras y sin ambiguedades: sí, Estados Unidos debe traer la democracia a Irak, pero no inmediatamente. Primero debería haber un periodo de unos cinco años en el que un régimen autoritario, benevolente y controlado por los EEUU crearía las condiciones adecuadas para el funcionamiento efectivo de la democracia. Este régimen no tolerará, por ejemplo, el deseo democrático de nacionalizar los beneficios del petróleo, o la aplicación de sanciones a Israel, o la renunciación a los esquemas globales del mercado libre. Sabemos lo que significa traer democracia: significa que los EEUU y sus “siempre dispuestos compañeros” se imponen como los jueces últimos que deciden si un país está o no maduro para la democracia.
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En cuanto a los EEUU, la diagnosis de Zakaria es que “America está cada vez más abrazando el populismo simplista que valora popularidad y apertura como las principaler medidas de lagitimización. El resultado es un profundo desajuste en el sistema americano, más democracia y menos libertad”. El remedio es contraatacar a esta “democratización de la democracia” delegando más poder a expertos imparciales aislados de una excesiva lucha democrática, como los bancos centrales, instituciones completamente independientes.
Dicha diagnosis solo puede provocar una risa irónica. Hoy, dentro de esta supuesta “superdemocratización” los EEUU y el Reino Unido han comenzado la guerra de Irak contra la aplastante voluntad del resto del planeta (y en el Reino Unido, incluso, contra su propia gente). ¿No estamos nosotros todo el tiempo atestiguando la imposición de decisiones clave como los acuerdos de comercio globales hechos por instituciones “imparciales” fuera del control democrático? Más fundamentalmente, ¿no es ridículo quejarse de “superdemocratización” en un momento en que las decisiones económicas y geo-políticas han desaparecido de los programas electorales? Durante las pasadas tres décadas, lo que Zakaria está pidiendo ya ha ocurrido. Lo que estamos experimentando en nuestros días son ásperas divisiones sobre cuestiones ideológicas sobre el modo de vida, donde abundan los combates agresivos y se demandan opciones (aborto, matrimonios gays, etc), pero cuestiones básicas de política económica se presentan como el dominio no político de la autoridad “de los expertos”. La proliferación de la “superdemocracia” con sus “excesos” y de una “cultura de la queja” es en realidad el frente cuya cara de atrás es la silenciosa y robusta lógica corporativista y económica.
El anverso de ésta tendencia para neutralizar los “excesos” democráticos es la renunciación abierta de cualquier institución internacional que pudiera controlar el ir a la guerra- lo que puede ser, después de todo, necesario de vez en cuando para reforzar la agenda económica. Ejemplar en el ensayo de Kenneth Anderson en el New York Times Magacine, “ ¿Quién posee las Reglas de la Guerra?” cuyo subtítulo pone de manifiesto su argumento: “La guerra de Irak demanda la necesidad de re-pensar las reglas de conducta internacional. El resultado podría significar menos poder para grupos de derechos humanos neutrales y bien intencionados, y más para “grandes estados que manejan el palo”. Eso sería una gran cosa.”
La principal queja de este ensayo es que, “durante los últimos 20 años, el centro de gravedad en el establecimiento y configuración de la ley de la guerra se ha alejado gradualmente de los regímenes militares de los Estados líderes hacia NGOs más activistas y agresivas.” Esta tendencia es percibida como desequilibrada "injusta hacia los poderes militares que intervienen en otros países, y parcial en favor de los países atacados”- con la conclusión clara de que los militares en los “grandes estados que manejan el palo” deberían ser los que determinaran normas por las cuales sus acciones serán juzgadas.
Esta conclusión es ciertamente compatible con el rechazo estadounidense de la autoridad del Tribunal Internacional de la Haya sobre sus propios ciudadanos. Y todo esto explica al detalle una realidad amarga: que una nueva época obscurantista desciende sobre la raza humana.
2 comments:
Pues estoy bastante de acuerdo con la parte teórica que cuenta ese señor, eso de que al fin y al cabo la democracia supone sobre todo un juego de reglas legales, sí, eso pienso yo también, me he cansado de repetirlo. Pero se olvida de que o hay democracia o no la hay, es decir o democracia liberal, social, económica, republicana, monárquica, federal, como quieras, o hay eso, democracia o, totalitarismo. Elegid, es fácil, se olvida este señor aquello tan manido de...las menos malas de las malas.
La cosa es que el totalitarismo se puede disfrazar de democracia: la democracia no es buena en si misma, lo que es bueno o malo es el uso que se haga de ella. La superdefensa de la democracia puede hacernos caer en represion; mas importante, nos podemos perder en normas que en realidad dan igual. Lo importante no es tener democracia en si mismo, sobre todo cuando la democracia se reduce a unas cuantas reglas: lo importante es defender una sociedad mas justa.
Y por cierto no olvidemos que la democracia es "representativa" pero no hay nada que nos detenga para soñar en otros tipos de democracias. Hoy en dia la electronica podria ayudarnos a decidir todo en referendum; por que no? Creo que este tipo de cosas deberian discutirse mas.
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